por Daniela Chueke

De todas las formas posibles de amarse a Pablo y Laura la que más les gusta es pelear.

Los que se pelean se aman, se dice, y ella como es psicóloga lo entiende más que nadie.

Lo que proyectamos en el otro y vemos como defectos no son más que nuestros propios vicios ocultos. El otro está para reflejarnos aquellas partes de nuestra sombra que no queremos ver. Los dos coinciden en esa creencia. Ella es junguiana, él lee mucho a Osho.

De todas las maneras de pelear, a Laura la que más le gusta es la argumentativa. Es capaz de trenzarse horas en discusiones inagotables. Tiene siempre un reproche más, una crítica sutil, a veces directa y descalificadora con que acorralar a su adversario. Es que a ella le gusta hablar sin eufemismos. Laura es dueña de una envidiable maestría en el arte de la controversia.

De todos los atractivos de Laura, su blancura, sus huesos marcados, los cachetes lozanos, la boca delineada, los ojos negros, despiertos, fulminantes, el pelo largo, salvaje, lo que más le gusta a Pablo es su forma de pelear. La argumentativa. Aunque pierde por nocaut, cada discusión lo hace desearla. Es que siempre después de un combate verbal se juega el empate en la cama.

De todos los defectos de Pablo, lento, desordenado, alegre en exceso, conformista, banal, panzón, pelado y patadura el que más odia Laura es su templanza. No sabría vivir sin esa tranquilidad que la exaspera. Sus músculos marcados, sus abrazos fuertes, que siempre la vencen. El tiene una forma especial de rodearle los hombros y ofrecerle el pecho, donde ella apoya su cabeza y su mente se acalla. Pero sólo la abraza así después de una discusión. Es la costumbre.

De todas las excusas para empezar una pelea la preferida es la de los celos. Arranca por el silencio, las respuestas monosilábicas y el desprecio en la mirada. Hasta que él cae en la trampa.

–         ¿Qué te pasa?

–         ¿Cómo qué me pasa? Estaba mirando tu inbox en facebook y vi que le hablaste a tu ex

–         ¿A quién, a qué ex?

–         A Lila, no te hagas el boludo.

–         Pero sólo le hablé para pedirle vidas de candy crush.

–         Pero por qué le pediste a ella, podías haber contactado a cualquiera.

–         Es que le pedí a casi todos. Necesitaba vidas en candy crush.

–         ¿Y justo ella tenía que ser? Además, me importa un carajo tus vidas de candy crush. Ya sabés que me jode que te sigas viendo con tu ex y si lo hacés es sólo para joderme a mí.

–         No la vi y además le hablé a todos, no solamente a ella.

–         No me boludees, si querés ponerme celosa por lo menos buscáte una más linda.

–         Pero no quiero ponerte celosa.

–         Ah, no, y entonces para qué te pones a chatear con tu ex.

–         Ya te lo dije, no chatié con mi ex, sólo quería más vidas.

–         Más vida, exactamente eso es lo que necesitás. Vivir un poco más, cortarla con ese jueguito pelotudo.

–         Es mi forma de relajar un rato, che, no es tan grave.

–         ¿Qué no es tan grave? ¿No leés las noticias vos? ¿No te enteraste de la cantidad de gente que está quedando pelotuda por culpa del candy crush?… Consideráte feliz, ya tenés la pe que te faltaba, pelado, panzón, patadura y además pelotudo por candy crush.

–         Pará, boluda, no me agredas.

–         Porque todo bien con tu entretenimiento para bobos. Pero que además lo uses como oportunidad para cuernearme, ya es demasiado, ¿no te parece? Lindo lugar el que me dejás parada. Cornuda por candy crush. Y con un bagarto.

–         Lau, te estás yendo a la mierda, todo porque no te di bola por unos…cuántos… veinte minutos.

–         No me estoy yendo a ninguna parte, estoy aquí delante tuyo. Lo que pasa es que vos no me ves. No querés verme. Sos feliz haciendo de cuenta que siempre está todo igual. Lo que finalmente termina convirtiéndote en un pelotudo. Un pelotudo importante.

–         Ya dijiste pelotudo como cinco veces, lo entendí, no querés que chatee más con mis ex. No lo hago más. Las borro a todas del facebook, si querés, pero vos podrías hacer lo mismo, ¿no?

–         ¿No ves que no entendes nada? No se trata de los ex, se trata de otra cosa. Estás tan absorto en tu propio mundo que no te enterás de lo que pasa a tu alrededor. Es eso lo que me jode.

–         ¿De qué me tengo que enterar? ¿Pasó algo? Contame.

–         Que vos no te das cuenta, eso pasa. ¿Por qué no me mirás un poco? ¿Nada raro notás?

–         Sí, estás más…

–         Más nada…

–         Te cort…

–         Mm, mm…

–         Te qued…

–         Nnnnn –mientras mueve la cabeza de un lado a otro.

–         Entonces es algo importante.

–         Va queriendo.

–         ¿Estás?

–         Sí, estoy…

–         ¿Lo que buscábamos?

–         ¿Qué buscábamos? No sé si estamos hablando de lo mismo. Vos andabas buscando vidas del candy

–         No sólo vidas del candy estaba buscando, sabés.

–         ¿Tonces?

–         ¿Estás… quedaste?

–         ¿No querías más vidas? Tomá, mirá las dos rayitas.

Laura es así. Pablo también. De todas las formas posibles de saber que uno va a ser padre, la que más les gusta es pelear un poco.

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