Con “Palabras preliminares” de la Universidade Fernando Pessoa, Damián Espinosa y Moisés Elli leen al múltiple escritor portugués.

Palabras Preliminares

Fernando Pessoa está considerado uno de los poetas más importantes de la literatura portuguesa. Influido especialmente por los filósofos Nietzsche y Schopenhauer, introdujo en su país las corrientes literarias que estaban en auge en su época, tal como el modernismo o el futurismo, y se convirtió en el principal foco estético de la vanguardia portuguesa.

Fernando Pessoa es el poeta que se despersonaliza en la figura de innumerables heterónimos y semi-heterónimos, dando forma, a través de sus múltiples voces, a la amplitud y complejidad de sus pensamientos, conocimientos, y percepciones de la vida y el mundo.

Lo curioso es que la palabra pessoa conlleva en sí el simbolismo de este aparente desbordamiento de asumir plenamente varios personajes, pues la palabra persona deviene de las máscaras del teatro de los actores clásicos, origen etimológico de pessoa. Los heterónimos pueden ser vistos como la expresión de diferentes facetas de su personalidad y como la manifestación de una profunda imaginación y creatividad que desde temprano se revela en el poeta —se recuerda que el primer heterónimo, el Chevalier de Pas, lo inventó cuando sólo tenía seis años—.

«Todos los días me despierto» lee Damián Espinosa.

Los más conocidos y con producción literaria más consistente y constante son, entre otros: Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis. Además de los heterónimos, se desdobló en innumerables semi-heterónimos y seudónimos, personalidades con una biografía trazada con mayor o menor detalle, con vidas literarias más o menos intensas, que acompañarán al poeta durante un tiempo muy o poco significativo y que, algunas veces, se desbordan ellas mismas en otras. Teresa Rita Lopes, en su obra Pessoa por Conhecer (Lisboa, Editorial Estampa, 1990, 2 vol.), muestra una diversidad muy significativa de estas facetas, algunas muy poco estudiadas y otras inéditas o prácticamente inéditas.

Del período de su visita a Portugal con la familia (entre agosto de 1901 y septiembre de 1902), se conocen algunas personalidades que colaboraron con él en los primeros artículos periodísticos publicados en sus periódicos manuscritos A Palavra y O Palrador —de difusión reservada a su medio familiar—, en los que se pueden leer textos de diversas índoles escritos en portugués, no obstante la educación en lengua inglesa que había recibido.

Una de esas personalidades es el Dr. Pancrácio, que colabora en ambos periódicos y acompañará al poeta tanto en su regreso a Durban —donde se manifestará a través de un ensayo humorístico, escrito en inglés—, como en el regreso definitivo de Pessoa a Portugal, en 1905. En O Palrador (1902), colaboran, además, Pedro da Silva Salles, redactor, Luiz António Congo, secretario de redacción, José Rodriquez do Valle, en la dirección literaria y, como administrador, Antonio Augusto Rey da Silva. Fernando Pessoa crea pues, no sólo un periódico sino también todo el equipo necesario para dar vida al proyecto.

“Todos los días me despierto” lee Damián Espinosa.

En este periódico colaborará también Eduardo Lança, un brasileño que fija su residencia en Lisboa, se dedica a su producción literaria y acompaña también a Fernando Pessoa en su regreso a Durban (1903). En esta ciudad se van forjando nuevas personalidades: Alexander Search y su hermano Charles James Search, Robert Annon y David Merrick. A su regreso definitivo a Portugal, en 1905, Pessoa se hace acompañar por estos compañeros.

Además de los hermanos Search, viaja con él un francés: Jean Seul de Méluret. A cada una de estas personalidades, Pessoa les atribuyó proyectos literarios, distribuyendo de este modo su voluntad de intervenir en la vida cultural de la que siempre fue su patria, a la que consideraba empobrecida. En Portugal, Fernando Pessoa retoma sus periódicos manuscritos. A O Palrador, dirigido en esta nueva fase por Gudencio Nabos, se le unen O Phosphoro y O Iconoclasta. Respondiendo a sus planes de intervenir en la sociedad portuguesa, va enseñando textos críticos y humorísticos que tratan, por ejemplo, acerca de la política y la religión. Otra de las muchas personalidades creadas por Pessoa fue la de Joaquim Moura Costa, el cual colabora en estos dos periódicos a través de textos que manifiestan su espíritu satírico y revolucionario.

Pantaleao fue otro de los colaboradores de O Phosphoro. Personalidad multifacetada, se vuelca al periodismo, la poesía y los textos humorísticos. Es militante republicano y teje vehementes críticas a la iglesia católica y a la monarquía. A estas alturas aparece también, como en un desbordamiento de aquél, Torquato Mendes Fonseca da Cunha Rey que, antes de morir, encarga a Pantaleao que publique un texto de su autoría.

“Poema 10” lee Moisés Elli.

En el proyecto de Fernando Pessoa para la Empresa Ibis, en 1907, inmerso en el espíritu patriótico que se manifiesta abiertamente por la voluntad de contribuir en la divulgación de la cultura portuguesa, colaboran Vicente Guedes (personaje muy asociado a Bernardo Soares, este último asumido por Pessoa como semi-heterónimo), Carlos Otto y los ya conocidos Joaquim Moura Costa y Charles James Search. Además de Carlos, surgen también Pantaleao, Joaquim Moura Costa y Fernando Pessoa unidos al periódico O Phosphoro.

Del período del sensacionismo y del interseccionismo, Teresa Rita Lopes nos da cuenta de personalidades como Antonio Seabra, Frederico Reis (probablemente un hermano del heterónimo Ricardo Reis), Diniz da Silva, Thomas Crosse e I. I. Crosse, siendo estos últimos los divulgadores en lengua inglesa del sensacionismo. Parece haber existido otro hermano Crosse, A. A. Crosse, aquel que respondía en periódicos ingleses a concursos de charadas y del cual Pessoa habla a Ophelia (la respuesta a los concurso de charadas no es novedad en el Fernando Pessoa de 1919 ya que, en Durban, disputaba estos concursos a través del nombre de Tagus).

A esta lista se deben añadir: el psicólogo F. Antunes, que surge hacia 1907, Frederick Wyatt y sus hermanos Walter y Alfred (este último con residencia en París donde convive con Mario de Sá-Carneiro), O Barao de Teive, personalidad literaria cuya obra continúa descubriéndose y que expresa la faceta de inadaptación y el sentimiento de exclusión de su demiurgo; Bernardo Soares (a quien acabó por ser atribuido O Livro do Desassossego, pensado tanto para Vicente Guedes como para el propio Fernando Pessoa) y María José que, según Teresa Rita Lopes, habría sido la voz femenina que más se destacó en el universo de las creaciones pessoanas.

“No quiero rosas” lee Damián Espinosa.

Además de los nombres de Botelho y de Quaresma (y de tantos otros) se destaca también el de Antonio Mora, personalidad asociada al paganismo, el que asume el papel de loco (dando expresión a un tema que Pessoa vive con profunda intensidad) de un manicomio de Cascais y que, experimentando como médico, viene a diagnosticar al hombre moderno, detectando al loco-enfermo. Colabora con Pessoa en proyectos para algunas revistas.

Las personalidades más conocidas son los heterónimos Álvaro de Campos, Alberto Caeiro y Ricardo Reis. Para cada uno de estos hombres, Fernando Pessoa diseñó una cuidada biografía, un horóscopo, un retrato físico completo, y trazó sus características morales, intelectuales e ideológicas. Tres personajes diferentes y cada cual con una actividad literaria distinta, personajes que se conocen y entran en polémica unos con otros, tres facetas de un mismo hombre que de las dispersiones parece haber hecho la condición necesaria y suficiente del encuentro consigo mismo.

Ricardo Reis: en lo relativo a su nacimiento, tanto en la mente del poeta, como en su “vida real”, Fernando Pessoa establece fechas distintas. Primero afirma, de acuerdo con el texto de Páginas íntimas y de Auto-Interpretación (p. 385), que éste nació el 29 de enero de 1914: “El Dr. Ricardo Reis nació dentro de mi alma el día 29 de enero de 1914 a las once de la noche. Yo había estado oyendo el día anterior una discusión extensa sobre los excesos, especialmente en la realización del arte moderno. Según mi proceso de sentir las cosas sin sentirlas, me fui dejando ir en la onda de esa reacción momentánea. Cuando me di cuenta en qué estaba pensando, vi que había levantado una teoría neoclásica, que se iba desenvolviendo…”. Más tarde, en una carta a Adolfo Casais Monteiro fechada el 13 de enero de 1935, altera la fecha de este nacimiento afirmando que Ricardo Reis nació en su espíritu en 1912. Fernando Pessoa considera que este heterónimo fue el primero en revelársele aunque no haya sido el primero en iniciar su actividad literaria. Si Ricardo Reis está latente desde el año 1912, a juzgar por la carta mencionada, es sólo en marzo de 1914 cuando el autor de las Odes inicia su producción, desde entonces continuada e intensa, y siempre coherente e inalterable, hasta el 13 de diciembre de 1933. También en lo que respecta a la biografía de Ricardo Reis, Fernando Pessoa presenta datos distintos. En el horóscopo que hizo de él, sitúa su nacimiento el 19 de setiembre de 1887 en Lisboa, a las 4:05 de la tarde. En la carta a Adolfo Casais Monteiro, referida anteriormente, afirma que la ciudad natal de Ricardo Reis es Oporto.

“Hora absurda” lee Moisés Elli.

Médico de profesión, monárquico —circunstancia que lo llevó a vivir emigrado algunos años en Brasil—, educado en un colegio de jesuitas, recibió una formación clásica y latinista y fue imbuido de principios conservadores. Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplina en la construcción poética. Ricardo Reis es marcado por una profunda simplicidad de la concepción de la vida, por una inmensa serenidad en la aceptación de la relatividad de todas las cosas. Es el heterónimo que más se aproxima a su creador, tanto en el aspecto físico —es moreno, de estatura media, camina algo curvado, es magro y tiene apariencia de judío portugués (Fernando Pessoa tenía ascendencia judía)—, tanto en la manera de ser como en el pensamiento. Es adepto del sensacionismo que hereda del maestro Caeiro, pero al aproximarlo al neoclasicismo lo manifiesta en un plano distinto. Fernando Pessoa lo refiere como sigue, en Páginas Intimas e Auto Interpretaçao (p. 350): “Caeiro tiene una disciplina: las cosas tienen que ser sentidas tal como son. Ricardo Reis tiene otra disciplina diferente: las cosas deben ser sentidas, no sólo como son, también de modo que se integren en un cierto ideal de medida y reglas clásicas”.

Se asocia el paganismo de Caeiro y sus concepciones del mundo al estoicismo y al epicureísmo (según Frederico Reis, la filosofía en la obra de Ricardo Reis se resume en un epicureísmo triste —en Páginas Intimas e Auto Interpretaçao, p. 386—). Su forma de expresión la busca en los poetas latinos y afirma, por ejemplo, que debe de haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.

Alberto Caeiro, el maestro, en torno al cual se determinan los otros heterónimos, nació en Lisboa, en abril de 1889, aunque vivió la mayor parte de su vida en una quinta en el Ribatejo, donde conocería a Álvaro de Campos. Su educación se limitó a la instrucción primaria, lo cual concuerda con la simplicidad y naturalidad que reclama para sí mismo. Rubio, de ojos azules, estatura media, un poco más bajo que Ricardo Reis, está dotado de una apariencia muy diferente al de los otros heterónimos. También es frágil, aunque no lo aparenta mucho, y murió precozmente (tuberculoso) en 1915. El maestro es aquel de cuya biografía menos se ocupa Pessoa. Su vida eran sus poemas, como dice Ricardo Reis: ·La vida de Caeiro no puede narrarse pues no hay en ella más que contar. Sus poemas son lo que hubo en su vida. En todo lo demás no hubo incidentes, ni hay historia”, (en Páginas Intimas e Auto Interpretaçao, p. 330).

“Empiezo a conocerme” lee Damián Espinosa.

Se presenta en Fernando Pessoa el 8 de marzo de 1914, de manera aparentemente no planeada, cuando el poeta se debatía en la necesidad de ultrapasar el paulismo, el subjetivismo y el misticismo. Es en ese momento conflictivo que aparece, de repente, una voz que se ríe de esos misticismos, que rabia contra el ocultismo, niega lo trascendental defendiendo la sinceridad de la producción poética. Es un ser manifiestamente apologista de la simplicidad, serenidad y nitidez de las cosas, dotado de una naturaleza positivo-materialista y que rechaza doctrinas y filosofías. Es este ser que el 8 de marzo escribe de corrido más de 30 poemas de O Guardador de Rebanhos. Gran parte de la producción poética de Ricardo Reis parece haber sido siempre escrita de este modo impetuoso en momentos de súbita inspiración. A esa voz, Pessoa da el nombre de Alberto Caeiro.

“Abdicación” lee Moisés Elli.

Según Fernando Pessoa, la obra de Caeiro representa una reconstrucción integral del paganismo en su esencia absoluta, que ni griegos ni romanos pudieron hacer justamente porque, al vivir inmersos en esa creencia, les faltó distancia para pensarlo.

Se presenta como el poeta de las sensaciones; su poesía sensacionista se asienta en las sustitución del pensamiento por la sensación (“Soy un guardador de rebaños / el rebaño es mis pensamientos / y mis pensamientos son todos sensaciones”). Alberto Caeiro es el poeta de la naturaleza y actitud antimística (“Si quisieran que yo tuviera misticismo, está bien, lo tengo / soy místico, pero sólo como cuento / mi alma simplemente no piensa / mi misticismo es no querer saber / y vivir es no pensar en eso”).

Es el poeta del objetivismo absoluto. Ricardo Reis afirma que Caeiro, en su objetivismo total, o antes, en su tendencia constante hacia un objetivismo total, es frecuentemente más griego que los propios griegos. Es también el poeta que repudia las filosofías cuando escribe, por ejemplo, “Los poetas místicos son filósofos enfermos (dolentes) / y los filósofos son hombres dolidos”, y niega el misterio en lo que refiere a la búsqueda del sentido íntimo de las cosas: “El único sentido íntimo de las cosas / Es que ellas no tienen ningún sentido íntimo”.

Fernando Pessoa dejó un texto en que explicita el valor de Caeiro y un mensaje que este poeta nos dejó, y puede servir de base para la comprensión de su obra: “A un mundo sumergido en diversos géneros de subjetivismo viene a surgir el Objetivismo Absoluto, más absoluto de lo que los objetivistas paganos tuvieron jamás. A un mundo ultracivilizado viene a sustituir una Naturaleza Absoluta. A un mundo hundido en humanitarismos, en problemas operarios, en sociedades éticas, en movimientos sociales, tras un desprecio absoluto por el destino y por la vida del hombre, lo que puede considerarse excesivo, es para él, al final, un correctivo natural magnífico” (Páginas Intimas e Autointerpretaçao, p. 375).

Alvaro de Campos nació en Tavira, en 1890 y es ingeniero de profesión. Estudió en Escocia y se formó en Glasgow en ingeniería naval. Fue a Oriente y navegando por el Canal de Suez, escribió el poema “Opiário” dedicado a Mario de Sá-Carneiro. Desilusionado de esa visita regresa a Portugal, donde lo espera el encuentro con el maestro Caeiro y el inicio de un intenso viaje por las teorías del sensacionismo y del futurismo o del interseccionismo. Lo espera aún un cansancio y un sonambulismo poético como prevé en el poema “Opiário”: “Vuelvo a Europa descontento, y de paso / de llegar a ser un poeta sonambúlico”.

Conoció a Alberto Caeiro en una visita al Ribatejo y se convirtió en su discípulo: “Lo que el maestro Caeiro me enseñó fue a tener claridad, equilibrio, organismo en el delirio y en el desvairamiento, y también me enseñó a procurar no tener filosofía ninguna, pero con alma” (Páginas Intimas e Auto Interpretaçao, p.405).

Entre tanto, se aleja del objetivismo del maestro al aproximarse a movimientos modernistas, tales como el futurismo y el sensacionismo. Percibe las sensaciones distanciándose del objeto y centrándose en el sujeto. Un subjetivismo que acabará por encaminarse en la conciencia del absurdo, la experiencia del tedio, la desilusión (grandes son los desiertos, y todo es desierto / grande es la vida, y no vale la pena haber vivido) y de la fatiga (lo que hay en mí es sobre todo cansancio / no de esto ni de aquello, / sin siquiera de todo o de nada: / cansancio así mismo, él mismo, / Cansancio).

“Esto” lee Damián Espinosa.

Álvaro de Campos experimentará la civilización y admirará la energía y la fuerza, transportándolas al dominio de su creación poética (en los textos “Ultimatum” y “Ode Triunfal”). Es el poeta modernista que escribe las sensaciones de la energía y del movimiento, así como las sensaciones de sentir todo de todas las maneras. Es quien más expresa los postulados del sensacionismo, elevando hasta el exceso ese ansia de sentir, de percibir toda la complejidad de las sensaciones.

Su primera composición data de 1914 y aún el 12 de octubre de 1935 firmaba poesías, es decir, poco antes de la muerte de Fernando Pessoa, el cual dejará de escribir textos antes que Álvaro de Campos.

Semiheterónimos

Además de los heterónimos Álvaro de Campos, Alberto Caeiro y Ricardo Reis, Pessoa escribió una serie de textos atribuidos a unos semi-heterónimos, personajes no totalmente independientes de la figura del poeta. Entre ellos se encuentran:

Pedro Botelho: escribió una serie de cuentos como “El Prior de Burcos”, “Cuaresma”, “La Muerte del Dr. Cerdeira”, “La experiencia del Dr. Lacroix”, “El Eremita de la Sierra negra”, “El vencedor del tiempo”, de los cuales sólo se conservan algunos fragmentos.

Antonio Mora: filósofo, escribió varios textos sobre el paganismo, y sobre los heterónimos como el libro Alberto Caeiro y la renovación del paganismo, en el que cuenta la relación maestro-discípulo que había entre los heterónimos y reflexiona sobre sus posturas paganas.

Fausto: a este semi-heterónimo se le atribuye un poema dramático incompleto en que se hace una reflexión sobre el conocimiento, el mundo, el placer y el amor, la muerte.

Alexander Search: es una de las primeras personalidades que aparecen en Pessoa, autor de sus primeras composiciones. Escribe en inglés.

Bernardo Soares: contable al que se le atribuye el Libro del Desasosiego, publicado en 1982. También escribió algunos poemas.

Frederico Reis: es el hermano del heterónimo Ricardo Reis.

Barón de Teive: sólo se conocen notas sueltas para un libro que no llegó a terminar como La educación del estoico. Al igual que Soares, Pessoa afirma que nació a partir de rasgos particulares de su personalidad.

Vicente Guedes: hay teorías que afirman que fue el primer autor del Libro del Desasosiego aunque algunos de los textos incluidos en este libro fueron publicados con anterioridad adjudicándose su autoría el propio Pessoa.

Por último, en otras ocasiones Pessoa escribía bajo su propia personalidad pero tras un seudónimo, algunos de ellos fueron:

Raphael Baldaya
A.A.Cross
Thomas Crosse
Pantaleao
Chevalier de Pas
Charles Robert Anon
Maria Jose
Adolf Moscow
Jean Seul de Méleuret

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