Artista plástico, músico y cervecero artesanal, Gustavo Astarita es uno de los referentes míticos de la cultura platense. Cocó Muro lo entrevistó para Ultimoround.

Fotografías: Manuel Cascallar

Entre Virus y Él Mató hubo otras bandas en La Plata. Entre Los Redonditos de Ricota, Peligrosos Gorriones y Estelares, también. Más alineado con el rock de la también platense Cofradía de la Flor Solar, en el ‘89 Gustavo Astarita —músico, artista plástico, docente, cervecero— tomó el nombre del primer tema del primer disco de Frank Zappa y armó la suya: Mister America.

Astarita dice sentir orgullo por el nuevo rock, porque es lo que él soñó que sucediera en La Plata, cuando desde adolescente estuvo sembrando, labrando y abonando suelo platense para que eso pasara. Ahora él quisiera saber a dónde va esta nueva movida, si se llegan a crear obras e historias en el camino hasta combatir “la anestesia del aburrimiento”, o se estanca en el mero entretenimiento.

“No me considero un maestro cervecero, sino un artista plástico que hace cerveza”.

A Astarita le interesa la escena. La que genera signos culturales y la que presenta una banda cuando toca en vivo.

En 71 y 18, frente a la Estación Provincial y a metros del restaurant de Edgardo, Gustavo fundó la cervecería Hermanos & Brothers (el nombre funciona como continuación de la que fue otra de sus bandas, Amigos & Friends) y hasta hace unos años fue el Presidente de la Asociación de Cerveceros Artesanales Platenses (ACAP). “Lo que hicimos fue inventar la fiesta de la cerveza hace ocho años acá, que no había nada. Nuestra misión era crear en La Plata un polo cervecero”, cuenta. “Siempre lo vi como si fuera rock, como si fuera arte. Lo vivo como si fuera una materia plástica, no me considero un maestro cervecero, sino un artista plástico que hace cerveza”.

¿Y un músico que hace cerveza?

También. Nuestro slogan es ‘Hacemos canciones líquidas’. Lo que me incentivó fue que es algo espirituoso, y que encima no está prohibido. Siento que cuando beben la cerveza que hacemos, me beben a mí. Una vez salían unas señoras del bar que teníamos en 39 y me dicen:

– Ay, venimos de verte, qué bueno que estuvo el show, nos encantó.
– Les entré por los ojos, por los oídos y con la cerveza, también por la boca.

* * *

Durante los ‘90, la Capital Federal representaba para Astarita la masividad y el mercado del entretenimiento, mientras que La Plata (la capital de la provincia de Buenos Aires) era el hábitat familiar que preservaba y protegía a la obra y al artista. El primer tema de su disco Rebelde (2004) es una sinfonía de chicharras platenses y es fácil imaginarlas en alguna de esas calles repletas de tilos. La canción se llama “Siesta”. La Plata es el correlato de su relato.

En “La Plata, ciudad inventada”, el libro que compiló y editó la periodista Celina Artigas (editorial Primer Párrafo, 2010), Astarita escribió: «Los ‘90 comenzaron con el dichoso color de una fruta que madura (…) En estos tiempos empezaban a multiplicarse los grupos musicales producto de la entrada en juego de una nueva generación, la de los nacidos en los ‘70 (…) Junto a ellos no sólo empezaban a aparecer espontáneamente lugares para tocar, sino que llegaban los primeros indicios tecnológicos que permitirían al músico aspirar a una independencia del monopolio discográfico concentrado hasta ese momento en la ciudad de Buenos Aires. Este fue el germen del sueño apoteótico, la realización —edición— en forma independiente al mercado, y eso permitía privilegiar el concepto, la búsqueda de la obra de arte que permaneciera incorrupta en el tiempo y ajena a lo superficial, al entretenimiento».

En ese texto, Astarita trató de contar cómo había sido su adolescencia en La Plata y lo escribió pensando en Sergio Pángaro y también en Francisco Bochatón, primer baterista de Mister América. “Pensaba en todos lo que tuve como par y que admiré; pensaba en el camino que elegí y lo que esperaba de otros, que cada cual hizo lo suyo: yo esperaba la unión de todos para demostrar que éramos un movimiento de platenses”.

¿No sentís que sucedió eso? ¿La Plata no es un poco la Manchester argentina?

Sucedió, y tuvo sus momentos, pero lamentablemente el ciudadano medio platense, el que vota… es muy berreta. Burgueses somos todos pero La Plata realmente nunca supo elegir gobernantes que acompañaran. Nunca pudo elegir Medicis.

El renacentista Príncipe de Macchiavello se pregunta si es preferible que lo amen o que le teman; el principado de La Plata es un feudo protegido por una muralla verde.

En el imaginario de Astarita, Federico Moura es el príncipe pop platense. “El régimen feudal de ahora es la tecnología. Son las manos que están detrás de todo y, lamentablemente, es el camino a la destrucción del ser humano. Es matemática pura: cuanto más te alejas de la naturaleza, más te acercás a la destrucción. La tecnología es olvidarse del ser y estar pendiente del entretenimiento, porque el entretenimiento te saca del aburrimiento y cuando el ser humano se aburre, siente que se va a morir.”

Tiene que crear estrategias y ahí es donde surgen las ideas

Ni siquiera, porque ya están: los celulares, por ejemplo.

Pero vos cuando eras chico y te aburrías, ¿qué hacías?

¡Inventar todo el tiempo! ¡Claro!

En 1996 la canción “Yo no soy tu gurú”, del disco de Mister América Con el agua al cuello (su primera producción independiente editada por un sello platense) se convirtió, por fuera de la difusión de Mtv, en un himno del rock platense. Astarita no quiere ser tu gurú, pero es una especie de líder espiritual, incluso para los músicos de su banda, descontando el hecho de que sus hijos participan en sus discos. Gustavo se formó en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y Mister América es una de sus obras. A él lo mueve «la intención constante de unir el lenguaje propio de la plástica con la música, las letras y lo teatral y así crear una obra plagada de significados».

¿Qué te pasó con Virus?

Los primeros tres discos me volaron la peluca. Paralelamente encontré las bases y después del tercer disco no lo pude escuchar, lo abandoné. Me pasé a B52’s, Devo, Joy Division, todo el dark, Bauhaus y esa movida. Teníamos la suerte de tener un amigo que le mandaban por correo discos de Alemania y entonces la movida Manchester la vivimos en el mismo momento. No había conexión con la música nacional. Lo que hacían acá me parecía una gilada… Es el terrible karma de aquel que ve, como la película “El Hombre con Rayos X en los Ojos”, de Roger Corman: el tipo crea unas gotas para los ojos y empieza a ver primero a las minas abajo de la ropa, la gente desnuda, es todo fiesta. Cuando quiere ver más, se pone las gotas y empieza a ver los huesos. En un momento empieza a ver más allá y llega hasta el alma. La película termina con que se arranca los ojos: ‘He visto demasiado’, dice. El saber te aisla. El mundo y lo que te rodea cada vez tiende más a la ignorancia, al entretenimiento.

“Es matemática pura: cuanto más te alejas de la naturaleza, más te acercás a la destrucción. La tecnología es olvidarse del ser y estar pendiente del entretenimiento”.

La presentación de Virus del disco Recrudece, en el Polideportivo de La Plata en 1982, para Astarita significó una lección de elegancia y compromiso artístico. Él se considera ilusionista: ni músico ni artista. “Artista es cualquiera, en el ambiente de la cerveza es lo mismo que en el del rock. Cualquiera agarra la guitarrita, se sube al escenario y hace lo que todos quieren hacer: ‘¡Quiéranme! ¡acá estoy, mírenme!’ Pero el arte, en cambio, tiene un compromiso gigantesco y es el de crear ilusión, disolver esta realidad y armar otra en la cual vos sos el dueño, el dios, y el resto son testigos de eso. Te saca de tu mundo para proponerte otro”.

El 25 de julio de 2013, Astarita estaba haciendo un asado para festejar el cumpleaños de su hijo Marcial en su casa de José de la Quintana, en Córdoba, cuando de golpe cambió el viento y unas chispas prendieron fuego un monte cercano. “Se desató lo desconocido”, explicó Gustavo. “Eso atraviesa todas las generaciones y viene desde que existe el hombre: aquello para lo que no estás preparado”. Bajo el cargo de «Incendio doloso», padre e hijo terminaron con un dictamen de prisión preventiva que significó un mes en un calabozo de tres por seis metros.

En junio de 1965, mismo año en el que nació Astarita, a Johnny Cash le pasó algo similar: su camión se incendió y el fuego se extendió dos kilómetros hacia el Parque Nacional de Los Padres, en California. Mientras que Cash en aquel entonces fue multado por casi 600 mil dólares, a los Astarita los retuvieron de manera ilegal en una jaula en Alta Gracia, Córdoba, con otros presos que habían violado, matado y que tenían denuncias por violencia física.

El diario cordobés, La Voz del Interior, el 20 de agosto de 2013 tituló: «Imputan a ecologista por causar un incendio al hacer un asado» refiriéndose al caso de los Astarita. El texto dice: «A la hora de su descargo, el ambientalista consideró todo como una ironía del destino y que todo fue un accidente (…) Para el fiscal, si bien no causaron un incendio forestal adrede, padre e hijo actuaron con “desprecio” e “indiferencia”».

“Nos liberó Randazzo, que era el Ministro del Interior en ese entonces”, cuenta Gustavo. “Las hermanas del encargado del bar fueron con su hija a la escuela, así que la madre se contactó con él y, cuando ya no dábamos más, nos liberaron ¡con un odio! Nos decían: ‘Estos porteños… ¿por qué hay que liberarlos?’ Nosotros no somos porteños. Ese mismo día que nos largan, nos iban a mandar a Bouwer (penal de máxima seguridad en Córdoba) e íbamos a estar, por lo menos, seis meses más”.

“El arte tiene un compromiso gigantesco de crear ilusión, disolver esta realidad y armar otra en la cual vos sos el dueño, el dios, y el resto son testigos de eso. Te saca de tu mundo para proponerte otro”.

Durante esos treinta días de encierro, Astarita puso en práctica el oficio de la ilusión que viene desarrollando desde siempre con sus presentaciones en vivo, su música y sus dibujos. Era agosto, helaba en las sierras y en el mismo calabozo llegaron a contarse hasta veinte personas compartiendo frazadas y haciendo pis en botellas.

“Los compañeros me decían: ‘Viejo, ¿qué nos vas a contar hoy?’. ‘Hoy vamos a hablar del desembarco en Normandía, ¿saben lo que es?’”, con propuestas de ese tipo, Astarita hacía un show todas las noches. “Como en El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad, que el protagonista se mete en el medio de la selva por una misión y termina siendo el jefe de la tribu. La cultura, la palabra y el conocimiento tienen un poder inmenso”, afirma Gustavo.

Cuando por fin se resolvió la causa y pudieron volver a su casa en La Plata —asqueados de la tonada cordobesa—, Astarita publicó el libro Probation que es una compilación de retratos y escritos con los que llenó seis cuadernos Rivadavia en lo que duraron esos días. Probation se presentó junto a su último disco Doméstico (2015), en el marco de tres shows en la Estación Provincial, cuya entrada era el libro, y literalmente fue la Probation para terminar el juicio.

 ¿Qué significa Probation?

Es un juicio a prueba. Vos proponés un trabajo comunitario para pagar la culpa y el juzgado decide si te lo acepta. El mío fue editar el libro, que salió a través de la Fundación Holderlin de Fabián Andrade —tecladista de Mister America— y lo hice en una serie de shows en los cuales Marcial proyectaba las imágenes y yo cantaba o contaba anécdotas del encierro. Vinieron como quinientas personas. Nos tomábamos una botella de whisky por noche y me tenían que llevar después a casa. La gente lloraba y cantaba las canciones de Mister América.

El fuego tiene un poder simbólico. Es castigo, pero también purificación. Sirve para resguardarse, a la vez que destruye. No es el fuego mismo, sino lo que cada uno hace con él. Para Heráclito de Éfeso, el filósofo del devenir, el universo es fuego eterno que se enciende y se apaga conforme la medida y proporción del Logos. Arthur Rimbaud escribe en su poema Una temporada en el infierno de 1873: «Estoy escondido y no lo estoy. Es el fuego quien se reanima con su condenado».

Astarita en ese sentido apela a la génesis del rock: a la idea de que el mundo está corrupto y que se dirige hacia su propia destrucción. Sólo la ilusión podrá salvarnos, y el fuego como transformación.

El libro Probation se puede conseguir en la cervecería Hermanos and Brothers, 39 y 115, La Plata.

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Cocó Muro
(Córdoba, 1986) Es Licenciada en Comunicación Social con Especialización en Periodismo Cultural. Trabaja en el Defensor del Pueblo de la Nación y fue editora de la revista Dadá Mini desde sus comienzos. Publicó crónicas, perfiles y reseñas en Anfibia, La Curandera, Ohlalá, Club de Fun, Waska, Revista Replicante (México). En 2015 publicó el libro de listas “Diez razones por las cuales usted debe tener este libro” (Ed. Llanto de Mudo). Reparte su tiempo entre las canciones y los experimentos en Photoshop.

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