Todos los que me dejaron han modelado a esta niña lamentosa/ lamentable, que ha quedado sin nada ni nadie para jugar. Sentada en la sillita esa para comer, la sillita alta en una mesa larga, una mesa puesta, llena de cubiertos, platos y vasos. Pero sola. No ha venido nadie. A ella la Maria Chevalier - Ordensentaron y ya no puede irse, el piso está muy bajo y ella muy alta. Tampoco puede llorar porque la retan. Así que se queda con cara de puchero, cachetes colorados, conteniéndose, huracán tragado, casi sin respirar para que no salten las lágrimas.

 

Tampoco puede quedarse dormida, porque sería una falta de respeto. La panza ya le hace ruido pero aún no viene nadie. Siente olorcito a comida calentita, se le cae la baba, se limpia el vestido. Perra de Pavlov en sillita alta. Abandonada/ Babeando/ Una vez más/ Sola/ Tan alta y el piso tan bajo. En una mesa puesta pero sin comensales, con tanto hambre (pero sin hombre) y sin comida a la vista. O sí, ahora sirven los manjares en la mesa, pero un camarero de moñito aclara: “Es para cuando vengan los convidados, ahora no se toca nada”. La comida humea, espera, llama.

Yo que no tengo boca, ni hambre, ni hombre, ni sueño, ni sueños, ni nada. Decido morirme ahí mismo pero sin que nadie se dé cuenta, para no faltar el respeto, en esa sillita alta y el piso tan bajo. En esa sillita alta, yo muero.

 

Por MARCIA LO FEUDO

MarciaLoFeudo.com.ar

Ilustración: María Chevalier

Mariachevalier.com.ar

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