Nora Veiras trabaja en Radio Nacional y en la TV Pública. Sin embargo mantiene su postura crítica y declara abiertamente no ser peronista ni militante partidaria. ¿Qué es el kirchnerismo? ¿Qué se viene después de Cristina? Historia y actualidad política de una periodista que le pone los pelos de punta al gorilismo de izquierda y derecha.

Por Javier Campos / Fotografía: Beatriz Grafia

No hay luz roja de “aire”, pero ella sigue hablando como si estuviera en el estudio de la radio. Definitivamente no es a partir de los clichés del “periodismo militante”, la impronta peronista o la defensa del “modelo nacional y popular”, que se le debe entrar a la figura de Nora Veiras. La acompañante de “las líneas gruesas del kirchnerismo” no sería capaz, tampoco, de colocar sus dedos en V a pesar de la militancia justicialista de su padre y del contexto político actual. Su política, aclara, es el periodismo, y en ella su experiencia se filtra en cada anécdota: en la entrevista al intendente de facto de General Rodríguez cuando iba a la secundaria, en su tesis basada en el Informe Mc Bride y denostada por un “peronista de derecha”, y hasta en los primeros días con “esa redacción deslumbrante” de Página/12.

¿Cómo llegaste al periodismo?

Al principio tenía pensado estudiar arquitectura, pero después un profesor de mi colegio secundario, en los ochenta, nos convenció a una compañera y a mí de que buscásemos otra carrera. Así que, sin mucha idea, empecé a estudiar “publicidad”, que era una rama de la carrera “comunicación social”, en la Universidad de El Salvador. La otra rama de esa carrera era periodismo. El tema es que, al cabo de un año, me di cuenta de que la publicidad no era lo mío.
No parece que tenga mucho que ver con vos la publicidad.
Claro, porque es una carrera que se funda en falacias, en argumentos falsos pero persuasivos, y eso iba en contradicción con lo que yo pensaba de la vida: era un engaño. Entonces, al tercer año, me anoté para estudiar derecho en la UBA. Como ves, no tenía muy en claro qué quería hacer… Finalmente elegí terminar los dos años que me quedaban en El Salvador, pero de la rama periodística.

¿Y cuándo diste el salto a la profesión?

En cuarto año empecé a trabajar por medio de una profesora de la facultad que era productora ejecutiva de Sin anestesia, el programa de Eduardo Aliverti en Radio Belgrano, en los albores de la democracia, que trataron de estigmatizarla con “Radio Belgrado”, que fue como la expresión de lo que significó el estallido democrático en los medios en el primer alfonsinismo. Por otro lado, tenía de profesor a Raúl Burzaco, director de Tiempo Argentino, quien terminó siendo el secretario de medios de Menem, que otorgaba pasantías. Una amiga me avisó de que Lanata iba a sacar un diario, y me preguntó si quería trabajar ahí: al poco tiempo empecé a trabajar en los números iniciales de Página/12.

¿Cómo fueron aquellos años en un Página/12 dirigido por Lanata?

Página fue una experiencia… realmente todos éramos muy chicos, empezando por él (Lanata), que tenía 26 años cuando fundó el diario. Fue una experiencia muy enriquecedora, resultó como un descubrimiento del mundo. Más para mí, por mi formación católica en el secundario y en la universidad. Página era encontrarte con parte de la historia reciente. Un compañero, Camilo Sánchez siempre me decía: “¿Vos te das cuenta de la redacción en que estamos?”. Porque era una redacción en la que, en un escritorio con máquinas de escribir, estaba sentado Juan Gelman, en otro Tomás Eloy Martínez; Osvaldo Soriano iba y venía con su habano; también estaban Miguel Briante y, como secretario de redacción, Pasquini Durán. Horacio Vertbisky, no estaba en la redacción pero los viernes iba a entregar sus notas a Lanata… era un lujo.

Extraña la posición actual de Lanatta ¿no?

El vuelco de Lanata en una época me dolía; ahora ya me parece repudiable. Igualmente, Lanata dirigió siete años Página y siempre estuvo acompañado por Ernesto Tiffenberg, quien tiene un bajo perfil mediático pero que lo pensó junto con Lanata. La ventaja de él era que no había vivido los setenta y podía estar a la cabeza de un proyecto porque no estaba involucrado en las internas que venían de aquellos años. Si alguno de esos sectores hubiese querido manejar el diario, no hubiese podido.

¿Y ahora, ya afianzada en Página, establecida en Radio Nacional y en Canal 7, hubo algún acercamiento a la forma de ver la política del peronismo o el kirchnerismo, puntualmente?

Mirá, peronista no soy. Y la primera vez que voté al kirchnerismo fue en la última elección de Cristina. En sus primeras veces, no voté a Kirchner ni a Cristina. Lo que pasa es que tenía mucha desconfianza del menemismo porque eso era lo que yo había vivido del peronismo. Y Menem me parecía temible, pero porque tenía la temeridad de hacer lo que me resultaba inconcebible. Sin embargo avanzó debido a que hubo una sociedad que lo acompañó y lo reeligió.
Marcás dudas principalmente con el peronismo como movimiento, ¿pero qué te ocurrió con Néstor Kirchner?
Cuando lo escuché en su discurso de la asamblea legislativa, le deje un mensaje en el contestador a uno de sus colaboradores, diciéndole que me había conmovido su discurso porque sentí que hablaba genuinamente. En el 83, yo había votado a Alfonsín muy ilusionada y cuando sucedieron los levantamientos de semana santa me vine sola en el Sarmiento a la Plaza de Mayo, y la decepción que sentí con el “felices pascuas” fue como una inoculación de descreimiento hacia la política que me duró, te podría decir, hasta el discurso de Kirchner.

¿Ahí empezaste a formar parte del acompañamiento kirchnerista?

Siempre dije y sostengo que acompaño las líneas gruesas del kirchnerismo: cuando veo a Cristina decir lo que dice en los escenarios internacionales me siento reivindicada como argentina. Que vaya una presidente y le diga a Obama lo que le tiene que decir, me parece totalmente reivindicable, elogiable; me enorgullece. El último discurso en Naciones Unidas, por ejemplo, es excepcional, brillante. A Cristina, por trabajos en periodismo, la conocí como diputada y era deslumbrante en los modos de exponer sus ideas. La admiro como mujer en la política; es una mujer que desarrolla un pensamiento propio, con sus errores como todo mortal, pero en ella hay una diferencia abismal con los demás políticos.

¿Qué es para vos el kirchnerismo, cómo lo definís?

El kirchnerismo forma parte del peronismo, surge de éste pero en algunos aspectos lo trasciende. Yo creía en el concepto de transversalidad que proponía Néstor Kirchner en el principio. Después se refugió en el partido justicialista y viendo lo que eso significa… ahí no me siento representada, mi duda con el kirchnerismo es qué pasa con la sucesión de este modelo, quien es el dirigente que va a ser el responsable de la continuidad de proyecto kirchnerista; yo en este momento no lo veo, faltan dos años. Habrá que ver.

¿El kirchnerismo era Néstor, es Cristina y listo?

El kirchnerismo era Néstor, es Cristina y es el sector generacional que ellos representan, generación joven, pero que falta para el tiempo de ellos. Los que están en edad de ejercer el poder, por lo que ha sido tradicionalmente Argentina, y que están hoy alineados con el kirchnerismo, no me seducen demasiado, qué se yo… ¿Quién está en la generación de cincuenta y pico? Ahora un tipo de cincuenta y pico, que está alineado y posicionado para gobernar es Scioli y él no representa una continuidad de Cristina Kirchner, es la verdad. Sí lo veo como un leal de la primera hora en la lógica del poder y estuvo donde lo mandaron y se ha bancado cada una; yo creí que en cualquier momento iba a sacar un puñal.

Scioli, entonces es un leal de los Kirchner, pero no es kirchnerismo.

Él apostó a cosechar desde su lugar, por la conveniencia de no romper. Ahí asume como propias las batallas del kirchnerismo que no son las de él, aunque es cierto que en contra no ha operado. De Scioli no se puede decir lo que sí se puede decir de Massa. Y los wikileaks son irrefutables en ese sentido. Massa fue a la embajada y dijo lo que pensaba realmente de Néstor Kirchner; a Scioli lo llamaron y no hizo ni una crítica de lo que era su relación con el kirchnerismo. Ahí tenés dos formas de proceder y conducirse. Por otro lado, Massa fue Jefe de Gabinete de Cristina… bueno, esas son cosas de la política que uno no puede entender: ¿cómo es que dirigentes de la experiencia de los Kirchner elijan una persona así para jefe de gabinete?

Analizando el tema generacional, ¿se puede decir que el kirchnerismo es el 30 por ciento de la sociedad?

Pensar que sea más es esperar demasiado, en una sociedad tan cuestionadora como lo es la argentina; y pensar que una fuerza política tenga ese porcentaje propio, es muchísimo. Si uno ve el resultado de las elecciones, si bien es evidente que perdió básicamente en provincia de Buenos Aires que es la madre de todas las batallas donde tenés casi un 40 por ciento del padrón ahí, igualmente el kirchnerismo mantiene una bancada de 132 diputados contra 13 de Massa y la segunda es el radicalismo y aliados… ¿dónde está el fenómeno Massa? Si miras los medios de comunicación hoy en Argentina, te das cuenta que es claramente la operación del establishment periodístico-político que quiere instalarlo como una alternativa porque sin un sector del peronismo no hay fuerza política que pueda ganar una elección.

Al revés que el kirchnerismo, que tuvo que reafirmar cierta identidad “no peronista”.

Porque tuvo que seducir a ese otro sector social que no es peronista duro, que es progre entre comillas y que le permitió hacer su base y su política de transversalidad en aquel momento. Eso hace más complejo y más rica la política. Y eso también es el kirchnerismo, que en ciertas decisiones se adelantó a su época en relación con lo que la sociedad está dispuesta a sostener. La sociedad no le estaba pidiendo la reapertura de los juicios y la anulación de las leyes de impunidad, no se puede decir eso. Era un reclamo sostenido con la militancia de los organismos de derechos humanos a lo largo del horror, la tragedia y las batallas perdidas. No eran ni marchas masivas ni que iban a conmover a la sociedad; entonces fue una decisión política y cuando se trata de avanzar, 30 años después sobre la complicidad civil, uno ve las reacciones que hay…

¿Pero había otras bases para apoyarse más que tomar esas decisiones en un contexto en el que estaba en discusión la dirigencia política?

¿Vos preguntás por qué apostó a eso? Porque Intentó armar su propia fuerza; recuerdo que le decían que era la Chirolita de Duhalde, además había más desocupados que votantes y tuvo que armar su fuerza, todo en una mirada progre. Podría haberse inclinado hacia el establishment y continuado la lógica del menemismo. Pero optó por otra cosa y su política es ir haciendo mientras van surgiendo los problemas o cuando las condiciones ya no dan para  negociar. El conflicto con las patronales y el campo fue un parteaguas y fue tal la confrontación que el kirchnerismo se abroqueló y avanzó más. Otro caso, el de YPF, se decidió expropiar porque Repsol no estaba dispuesta y sólo quería expoliar el país. Ahora, obviamente hay cosas que faltan. Por ejemplo el transporte es un déficit grave.

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¿Qué otros déficit reconoces como graves?

Una de las batallas que no ha dado el kircherismo es una reforma tributaria de verdad, que es una asignatura pendiente: el pan lo paga lo mismo el pobre que el rico. Pero hay que discutir impuestos coparticipables, lógicas de manejos provinciales que son muy difíciles porque hay poderes que no se mueven.

Algunos poderes provinciales tienen una relación bastante buena con Cristina, ¿son cuestiones de las relaciones políticas?

No puedo ponerme a hablar puntualmente porque no conozco en detalle las situaciones provinciales, pero por ejemplo no estoy de acuerdo en reelecciones indefinidas porque termina generando estructuras que se autonomizan y operan por sí misma, independientemente del proyecto nacional. En esto falta mucho.

¿Y con respecto al acto en el que Cristina felicita a Insfrán en un momento controvertido por la represión que se daba en su provincia?

No conozco la situación de Formosa; hay condiciones de marginalidad que se hacen perpetuas y vistas desde acá, desde Buenos Aires, es difícil entender cómo eso es lo mejor que sucede en esa provincia. Me cuesta hacer una condena absoluta porque yo no estuve allá, pero por supuesto que no es un personaje progresista en la política existente.

¿Tomás al kirchnerismo como lo más potable desde la izquierda? ¿O se puede ser de izquierda sin ser kirchnerista?

Pensar que sólo se puede ser kirchnerista es un problema. A su vez, esto no es un proceso revolucionario, es más una etapa de reconstrucción y de reparación de las atrocidades del neoliberalismo. Si uno revisa las líneas políticas que se mantuvieron desde la dictadura hasta hoy, vemos que hay muchas cosas que se deba desmontar. Yo veo planteos de izquierda en los que concuerdo, pero ¿cómo lo implementás? ¡Si tenés una ley de medios que de lo único que trata es poner límite al 35 por ciento del mercado de comunicación y hace cuatro años que es casi una batalla contra Goliat! Entonces ¿cómo haces para expropiarlos y socializarlos, entre comillas? Está bien la idea, pero no funciona.

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¿Y qué escenario creés que se va a dar a partir del fallo de la Corte Suprema sobre la Ley de Medios?

Empieza una etapa muy rica para ver cómo se distribuye la propiedad de los medios y cómo esto permite la multiplicación de las voces. Lo positivo es que el periodismo ha sido puesto en cuestión y se ha explicitado que los medios son factores de poder y que como tal juegan en el tablero del poder. Nadie es ingenuo en cómo se comunican las cosas. Lo otro importante es el replanteo general de los medios: si hay cosas que están mal, hay que decirlas, hay que cuestionar. Muchas veces el oficialismo ha caído en en el error de no exponerse o no explicar, que terminan siendo contraproducentes. En las dos entrevistas abiertas, quedó demostrado que Cristina puede defender todo lo que sostiene ante cualquiera. Ante cualquiera que no te esté operando; la entrevista puede ser más o menos incomoda, pero el poder político tiene que bancársela, tiene que explicar.

Se daría otro gran paso regulando la publicidad oficial: ¿es la próxima discusión o creés que en el tema medios hay otra?

No, es esa. La pauta de publicidad requiere un debate, pero el tema es con qué criterio beneficiás a tal o cual medio; es complejo. Porque si es por mayor tirada o audiencia, tenés el problema de darle siempre a los más grandes y se supone que el estado tiene una lógica redistributiva. También es verdad que no podés, desde el estado, dejar de lado un medio porque es opositor. Ahora, también, si repartís por audiencia es necesario decir que están en discusión los órganos que miden, que sabemos que hay intereses y manipulación. Por otro lado, desde el que pretende ser “periodismo independiente”, que hacen hincapié en la pauta oficial, resultan concesivos en la distribución de la pauta privada. La pauta oficial los cálculos más generosos es el 9 por ciento. Si ves cómo se concentra el 91 por ciento restante, de la pauta privada, ¿tendríamos que ir a denunciar que las grandes empresas no publicitan en los medios públicos? Hay que sincerarse. Los que se rasgan las vestiduras por la supuesta limitación de la pauta oficial, no dicen nada de la cantidad de anunciantes privados que tienen y condicionan la línea editorial. Pongamos todo sobre la mesa: todo, la pública y la privada. ¿Estarían dispuestas las empresas a que se regule la pauta privada? Lo privado tambien lo pagamos todos.

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Javier Campos
es periodista deportivo, pero se mueve entre unidades básicas, centros culturales y comités políticos. Se reivindica como el cumbiero que toda revista progre debe tener, y rosquea con eso para no perder su lugar exclusivo. Cree —fervientemente— que cuando la izquierda empezó a escuchar cumbia, el pueblo ya estaba con el reguetton.

1 COMENTARIO

  1. Brillante ha sido esta declaración social y política elaborada por la periodista Nora Veiras, alarde de inteligencia, capacidad de observación y de docencia coherente y profunda,pero claramente entendible para cualquier persona. Imposible disentir de sus puntos de vista, que fundamenta con tanta precisión. Ya no alcanza con felicitarla una vez más. Bisabuelo Héctor (Profesor en la UBA).

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