Entrevista a Hugo Montero, Revista SUDESTADA

Hace 13 años nació Sudestada, una revista política que hoy es referente ineludible del buen periodismo alternativo. Hugo Montero, uno de sus fundadores, recorre parte de esa historia y analiza el rol del lector, la pauta oficial y la ética de la comunicación comprometida.

Por Germán Batalla

Fotos: Sebastián Trípoli

Hay pocos lugares que me generan tanta atracción como los que ven pasar día a día a miles de personas, uno de ellos es la estación de trenes de Constitución. Hasta allí fuimos con Lalo para encontrarnos con Hugo Montero, uno de los editores y fundador de la revista Sudestada, emprendimiento editorial sustentado casi exclusivamente por sus lectores y que luego de 13 años cuenta con más de 150 ediciones de revistas, libros y trabajos especiales.

Esperamos durante unos minutos bajo el enorme cartel electrónico que anuncia los horarios de los trenes. Es fascinante ver a todas y cada una de las personas que circulan por ese inmenso hall en hora pico. Intento identificar a Hugo en cada una de ellas y pienso al mismo tiempo qué leerán cuando suben al tren o cuando tienen un rato de ocio en sus casas.

¿Cómo nace Sudestada, Hugo?

Arrancamos a mediados de 2001, Sudestada es el proyecto de un grupo de estudiantes de la carrera de periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora, que no estaba contento con el perfil que tenía la carrera, ni con la oferta laboral que había en los medios comerciales o grandes. Así fue que nos largamos a armar nuestro propio medio de comunicación. Primero hicimos algo muy regional, parándonos en nuestro lugar de pertenencia, la zona sur del conurbano, y extendiéndonos luego a toda la periferia. Pensamos en un proyecto sin muchas ambiciones donde pudiéramos escribir, investigar y entrevistar sobre los temas que a nosotros nos interesaban sin que nos dijeran lo que teníamos que hacer y sin pretensiones de ganar plata con eso porque cada uno tenía su laburo aparte. Esa fue la dinámica inicial, luego la revista fue creciendo hasta que llegamos a la capital con una distribución bastante artesanal. A partir del interés que generó el producto fuimos ocupando un lugarcito cada vez mayor que nos permitió la subsistencia por fuera de las redes monopólicas.

montero-3¿Qué hubieras pensado en aquellos momentos si te decían que trece años después iban a tener la cantidad de revistas, cuadernos y libros que tienen hoy publicados?

No lo hubiera creído. Porque no empezamos como muchas revistas con un lanzamiento y una presentación pública donde se juegan todo para instalarse en el mercado. Nosotros empezamos exactamente al revés, por abajo. El primer número fueron 500 ejemplares de 24 páginas papel obra en blanco y negro, salió súper pixelado, y con todos los errores que te puedas imaginar. Parecía una publicación estudiantil. Estábamos en plena crisis económica, el mercado de revistas culturales e independientes había caído mucho. Pero fuimos aprendiendo a diseñar, a distribuir, a retocar fotos. Aprendimos a hacer periodismo con Sudestada.

Arriba de la mesa hay varios números de ambas revistas que intercambiamos, como lo hacen los capitanes de los equipos de fútbol antes del partido. Las tapas de Sudestada no pasan desapercibidas, llaman a la atención de las pocas personas que circulan por el bar.

¿Por qué en ese momento crítico del país ustedes eligieron organizarse alrededor de un proyecto editorial?

Nosotros veníamos de participar en una agrupación independiente en la facultad que buscaba romper con el discurso panfletario de los partidos de izquierda. Nos considerábamos gente de izquierda, algunos más vinculados al anarquismo, otros a una izquierda media difusa y otros con experiencia militante en partidos, pero desengañados. No queríamos cometer los mismos errores: la exageración, la subestimación del lector o la tergiversación de la verdad para conveniencia propia. Nos parecía posible proyectar una publicación interesante y que después fuera adquiriendo un lenguaje político. En el camino fuimos descubriendo lo que nos gustaba. La revista hablaba mucho de nosotros, las caras que salieron en las tapas eran las que teníamos en un cuadrito en casa.

¿Por qué se enfocaron en personajes y procesos de la historia reciente más que en los temas de actualidad?

 Primero porque los primeros años estuvimos buscando nuestra identidad, buscábamos qué género dentro del periodismo nos interesaba trabajar. Un poco inconscientemente se fue dando el tema de la crónica o la historia de vida como una marca de la revista. A partir de ese elemento técnico nosotros entendimos que había una manera de contar la historia o el pasado reciente o incluso la coyuntura sin estar atado a lo estrictamente informativo o a lo académico, que es algo que rechazábamos y que seguimos rechazando. Era más sencillo ponerse de acuerdo cuando transmitíamos experiencias del pasado vinculadas a la experiencia humana que cuando teníamos discusiones muy ideologizadas o marcadas por la teoría. En Sudestada fuimos aprendiendo que era posible poner algo en la tapa y tener una lectura desde una perspectiva crítica sobre el personaje o la historia reciente.

En esa búsqueda de un lenguaje diferente ¿A qué perfil de lector le apuntaban?

La verdad, nunca pensamos en el lector, Sudestada nació como una revista completamente egoísta, hecha por nosotros para nosotros, con los temas que nosotros queríamos producir. En el camino resultó que había un montón de gente que le interesaba lo mismo, pero nunca hicimos un análisis. Porque con nuestras tapas hay variables muy anchas, hay tapas que están más cerca de los pibes jóvenes y hay tapas que están más cerca de los viejos militantes y son mundos muy distintos que a veces se cruzan. Uno de los desafíos que tenemos nosotros es lograr esa mixtura, que nos compren los viejos, que nos compren los pibes, que la revista se pueda ver en un pasillo de facultad pero también en el furgón del Sarmiento o en los barrios. Que no sea una revista académica o de guetos ni una revista técnica insoportable. Nos parece que sería aburrido y que lo ideal es contar cosas que tienen que ver con la actualidad desde un punto de vista nuevo o diferente o con una mirada desde la izquierda pero que a la vez te genere pregunta a vos sobre tus certezas.

La tranquilidad que reina dentro del bar en el que estamos solo se ve perturbada por el ruido de la máquina de café. Es poco creíble que a escasos metros de allí una cantidad interminable de laburantes vayan a paso incesante, regresando una vez más a sus casas.

DSC_3591Los han encasillado en diferentes espacios a lo largo de estos años de kirchnerismo donde todo parece ser bipolar ¿cómo ven esa discusión y dónde los deja parados?

Nos han dicho de todo pero nosotros no tuvimos problemas porque no nos paramos para analizar la realidad desde una posición orgánica, no respondemos a una línea, ni siquiera entre nosotros mismos. Entonces no tenemos necesidad de cerrar filas o tener una opinión formada sobre todos los temas. Lo que hacemos es intentar abrir la cancha y que opinen todos. Esto, por un lado, hace el trabajo más sencillo para la crítica porque podés criticar a todos, incluso al kirchnerismo, pero por otro lado tiene como contra que cada vez que criticás a uno te están diciendo que sos hincha del otro. Nos han llegado a decir que éramos del macrismo, otros dicen que somos del Partido Comunista, otros que nos pagaba la embajada de Cuba, o que nos financiaba el Banco Credicoop, y luego que éramos K. Durante estos trece años hemos acumulados mecenas por todos lados y en realidad lo que pasa es que es muy difícil entender que la revista no tiene publicidad o tiene poca y no cuenta con publicidad oficial de ningún gobierno.

montero-2¿Por qué deciden no recibir publicidad oficial?

Fue una decisión que se tomó en su momento, puede ser discutible, cada publicación resuelve ese tema a su manera, nosotros no somos quien para juzgar pero tomamos esa decisión porque entendemos que a la hora de hablar de actualidad o de política lo único que tenemos nosotros es la autoridad que te da el laburo. La pauta oficial o estar comprometido económicamente generan suspicacias. El día que la revista dependa de la publicidad o de la pauta quiere decir que no depende de los lectores y no sé si tenemos muchas ganas de llegar a esa instancia. Esta decisión nos permite meternos con algunas discusiones de actualidad y de coyuntura desde un lugar de autoridad donde nadie puede decir que nos paga tal o cual.

¿Y entonces, cómo se sustenta económicamente la revista?

Por ahora depende cien por cien de los lectores. Se sustenta con la venta de revistas, y con la parte editorial, los libros y su distribución. Tenemos un mecanismo de distribución bien armado, bien desarrollado, cubrimos puestos de diarios y librerías y vamos a las ferias del libro del interior junto con libros de otras editoriales. Todo ese combo logra financiar la revista. No hay secretos, la revista lleva muchísimo laburo, nosotros seguimos con la mochila y recorremos los kioscos, eso es clave porque tantos años de laburo te permite tener con el canillita una relación personal, lo conocés, vas todos los meses. Por eso la revista está bien exhibida, si vas al subte o las estaciones de tren la vas a ver, no está escondida, somos muy hincha pelotas e insistimos en la exhibición porque si la gente no la ve no la compra. No es tan complicado como parece, no es tan costoso si vos no pretendés llenarte de guita con el periodismo. Hoy con una computadora, gente con talento y capacidad podes hacer un buen producto y ya con eso tenés solucionado gran parte del problema.

La charla es interrumpida por una amable señora que nos ofrece tomarnos la presión. Los tres estamos muy convencidos de que estamos bien y no lo necesitamos, respondemos “…no gracias” a coro. Hugo relata de manera pausada y tranquila las respuestas, incluso cuando se abordan algunos temas escabrosos.

Comenzaron como un proyecto militante y trece años después lo siguen siendo ¿Cómo se da la discusión entre trabajo rentado y militancia dentro de la revista?

Hoy por suerte hay compañeros que cobran un sueldo, que tienen la posibilidad de que la revista les garpe el laburo que hacen, quizá no alcanza para sobrevivir pero es una ayuda importante. Pero la discusión se fue dando a partir de que fuimos creciendo, al principio pensamos que cuando haya algún remanente de dinero para repartir íbamos a tener problemas y no los hubo. Invertimos constantemente para tratar de crecer. Cada año la revista intenta llegar más lejos, al principio cuando nos encontramos con un techo de ventas en capital, intentamos ir al interior, probar en algunas zonas, intentamos en Montevideo y nos fue mal, intentamos en Córdoba y en Rosario. Hay compañeros en muchas de esas zonas que hacen el esfuerzo militante. También hay muchos grupos, agrupaciones docentes o políticas y gente que alguna vez fue corredora de libros que se encarga de distribuir Sudestada y se queda con un manguito por eso. Otros van a actividades en el interior, en las jornadas por el apagón en Jujuy había un compañero vendiendo Sudestada, por ejemplo y hasta en Trelew cuando se hicieron los actos por el aniversario de la masacre se vendía la revista. Casi todos los que colaboran hoy han sido lectores. Los que quedamos del principio somos dos, Nacho y yo, todos los demás fueron llegando a partir de leer Sudestada.

montero-3Sudestada nace como una necesidad o una alternativa para ustedes pero también viene a ocupar un lugar vacío en el ámbito editorial. ¿Cómo veían el mapa editorial y como lo ven ahora a más de diez años de estar metidos en el tema?

Nosotros venimos de una cultura muy revistera, por herencia familiar leíamos Crisis, Fin de siglo, Cerdos y peces, El porteño, El Periodista, tenemos una cultura de entender el periodismo por el lado gráfico. Entonces por ese lado vimos que teníamos algo para contar, que había otra gente que parecía que le interesaba y en el camino nos dimos cuenta de cómo se tenían que hacer las cosas. Nunca nos sentamos a pensar qué revista queríamos hacer, hoy sí hacemos la revista que nos gustaría leer a nosotros. Con errores y discusiones sobre lo que se publica y lo que no. Pero la revista sigue generando interés entre nosotros, es la única manera de mantener el caudal de laburo que es enorme y te saca espacio, tiempo y pilas para todo lo que hagas después, que es la vida. Acá hay un proyecto colectivo. Hemos aprendido a renunciar a la pretensión periodística egocéntrica de trascender por el lugar de trabajo más que por el laburo en sí mismo.

¿Cuáles fueron los principales obstáculos cuando empezaron?

Al principio el hecho de no tener el oficio era un obstáculo porque las cosas se hacían mal. Cuando tenés veintipico no sos bueno para hacer muchas cosas, capaz que sos bueno para jugar al fútbol pero no para ponerte a laburar y hacer una revista competitiva. Con el tiempo vas aprendiendo, a ustedes también les debe pasar, definir una nota, editar, cortar, definir personajes, reuniones de sumario, el tema del cierre o de las tapas, son muchas cosas nuevas. O la relación con la imprenta, que es algo que vos nunca te imaginás cuando estudias periodismo. Hemos hecho un montón de cosas muy graciosas para abaratar costos, porque era un producto artesanal, y eso lo valoramos más ahora que la revista sale linda, en color. Son conquistas que hemos logrado pero nos acordamos de lo que era ir a la imprenta y conseguir un descuento. Nosotros le comprábamos el papel a uno que habían echado y lo llevamos en el techo del auto hasta la imprenta o acomodábamos las páginas en orden para ser abrochadas y que después nos descuenten ese trabajo del costo.

Todos los que hemos participado de algún proyecto colectivo sabemos que las anécdotas risueñas son parte constitutiva de lo que hacemos, y Sudestada no es la excepción, Hugo nos cuenta que “tienen diez mil anécdotas, como la de la revista que desteñía”. En marzo de 2002 el país estaba en ruinas y su imprentero quiso bajar el costo comprando una tinta trucha. “A ese número le pasabas el dedo por la tapa o la contratapa y te quedaba la mano negra”. Ese fue el número seis de Sudestada.

¿Y cuáles son los principales obstáculos en la actualidad?

El obstáculo ahora es mantener la máquina funcionando, algunas veces es más accesible, y otras cuesta mucho. Este año arrancar fue dificilísimo, teníamos un plan de trabajo en diciembre y en febrero la devaluación nos partió al medio. Tuvimos que replantear todo. Por ejemplo el año pasado nos habíamos largado a editar libros solos porque antes lo hacíamos en coedición con una editorial mediana. Queríamos agregar ficción y sacar por lo menos seis libros por año y no nos dio el cuero. Tenemos pocos tiros en el revólver y no podemos fallar. Resignamos mucho de lo que nos gustaría editar porque sabemos que no va a tener un buen impacto a la hora de la venta, y nosotros si no vendemos no existimos.

Se escucha a varios periodistas de medios masivos decir que lo mejor del periodismo actual está en las revistas como Sudestada, MU, Barcelona, La Garganta Poderosa, Crisis. ¿Cómo ven el momento actual del periodismo y como les llega esta mirada?

Uno con el elogio y con la crítica tiene que ser bastante cuidadoso, y sobre todo con esas frases, porque muchas veces las dicen jetones o personajes del periodismo que no hacen la experiencia. Si lo mejor del periodismo está ahí ¿por qué vos no trabajás en un medio así? Eso es lo que yo no me explico de algunos compañeros que trabajan en los medios grandes, y protestan porque en el diario no les dejan hacer lo que quieren o porque les cortan las notas o les cambian los encabezados. Y bueno macho, son las reglas del capitalismo, salí de ahí e intentá vincularte con algún espacio que tenga otra mirada y bancate las consecuencias de esa decisión, no vas a tener tu autito o no vas a ir de vacacionesmontero-4 a Brasil pero te vas a sentir mejor a la hora de laburar.

¿Cómo afecta esa realidad a los periodistas en general y a los medios alternativos en particular?

En el periodismo alternativo hay cosas buenas y cosas muy flojas, hay gente que hace periodismo independiente porque no encontró lugar en el periodismo grande y que muchas veces cae en las mañas de la prensa que dice criticar. La diferencia es a qué intereses respondés. No más que eso. Después hay gente con prestigio, honesta, que quizá no quiere darse cuenta que el medio al que responde tiene intereses concretos y cuando esos intereses cambian tienen que cambiar la línea. Gobierno y oposición han sumado y restado proyectos y personajes que primero aplauden y después le pegan. A mí me da vergüenza algunas cosas del periodismo, por ejemplo, Tiempo Argentino que es del Grupo Spolzky, defiende a Israel porque el tipo es un propagandista del sionismo y vos sabés que hay gente laburando ahí dentro muy piola, que tiene una visión sobre lo que significa Palestina y la lucha del pueblo palestino y no dice nada. ¿Cómo hacés para ir a laburar con eso en la panza todos los días? Te tiene que dar un poco de vergüenza. Hay muchos que piensan que desde los medios grandes se puede generar un cambio, yo creo que rompe las leyes del capitalismo pensar que vos podes modificar con tu trabajo la línea editorial, porque la línea editorial está vinculada a los intereses económicos y no a un proyecto de periodismo ético y universal. Los medios oficiales y las corporaciones mediáticas son farmacias que venden diarios, son páginas de publicidad con pocas noticias y casi todas manipuladas a favor de lo que les interesa defender y en contra de lo que les interesa perjudicar. Me parece que en definitiva la discusión es si eso es periodismo o no. Pero los que laburan ahí son periodistas, esa es la contradicción que a uno más le duele.

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¿Cómo se da la relación con esos otros proyectos que plantean una mirada parecida a la de ustedes, revistas culturales que tienen también el perfil de la autogestión y van por caminos alternativos a los grandes medios?

Hay una convivencia cotidiana porque, de hecho con muchos nos encontramos en los kioscos, estamos ahí, en un lugar marginal quizás, pero estamos. También están los que salen solo en digital o los que son sectorizados, cada uno tiene sus problemas y cada uno tiene su camino. Es muy importante cuando nos juntamos. A veces pasa que las discusiones que tenemos son monopolizadas por el tema económico y no sé si ese es el gran problema, hay otras cosas que son importantes también. Por ejemplo a que te atenés si aceptas pauta oficial. La solución no es sentarse a esperar que venga alguien con la plata porque eso no creo que vaya a pasar. Hay que ser creativo, ingenioso y talentoso para buscar formas de sobrevivencia. Los que perduran son los que están convencidos y los que han encontrado un lector. Y si lográs un producto del carajo que sabes que está bueno y no te alcanza, entonces buscá otras alternativas. Para algunos lo de la pauta en esos casos puede ser una solución, pero no te soluciona problemas como que la revista se venda o salir de la cuestión marginal y proponerte algún día ser popular o masivo.

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Germán Batalla
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