A punto de viajar a Europa, la voz periodística más sólida del progresismo argentino, se tomó un tiempo para responder a nuestras preguntas. El barro del poder, la Ley de Medios y Chevron, son algunos de los temas tocados en esta entrevista.
Por ULTIMOROUND
Fotos: Agustina Maggiotto Ilustración: Rocio Malatesta
Las ocho. Es una mañana fría y soleada en Buenos Aires. Estamos en la puerta de Radio Continental. Fumamos, tomamos mate, simulamos tranquilidad. “Ya debe estar por caer” dice el guardia. “Siempre cae ocho y piquito”. La Umpa dejó el auto mal estacionado y tiene que ir a correrlo porque justo viene la policía. Caminamos un poco en derredor, nos miramos. Ocho y diez. “Mirá si nos clava”, dice Javier y la pregunta queda picando como para que el guardia de la radio se aparezca de nuevo y la empuje con un: “Muchachos, llamó Víctor Hugo y avisó que no viene”. El fantasma es real. La semana pasada lo esperamos en vano, como una quinceañera desengañada. Y sin mates.
Nada tendría de extraño que hoy ocurriera lo mismo. Que se fuera directamente al aeropuerto y dentro de un par de horas nos enterásemos de que está haciendo el programa desde un avión en viaje a San Sebastián o Praga o Venecia. Nada tendría de extraño después de todo. Agustina también lo sabe. Está emponchada como una talibán y comienza a dispararnos para calentar los músculos de su Nikon. Tiro el pucho, lo apago con la punta de la zapatilla y cuando todos empezamos a pensar en que efectivamente ya no vendrá, el entrevistado hace su aparición.
Víctor Hugo llega en un auto azul de alta gama conducido por una mujer rubia. Se baja, toma su bolso de la parte de atrás y se dirige hacia nosotros: “Ustedes son los chicos con los que hablé la semana pasada, ¿verdad?” Toca el portero eléctrico de la radio y nos invita a pasar rápida pero amablemente. “Andá sacando las fotos mientras hacemos la entrevista, por favor”, le dice a Agustina. Y a nosotros: “Avancemos muchachos, que en un rato entro al programa”. Víctor Hugo es alto, y además de esa voz profunda e inconfundible que lo caracteriza, tiene una mirada penetrante. Intuye, sabe, que vamos a realizarle algunas preguntas que no le resultarán del todo cómodas. Antes de empezar, por las dudas, miramos la pantalla del grabador. Dice REC.
Víctor Hugo, ¿cuántos problemas concretos, sociales y políticos, se solucionan con la Ley de Medios?
Se soluciona el entendimiento de los problemas, el conocimiento, que es la herramienta más importante que una sociedad puede tener. Estamos hablando de una democracia participativa y de que, para ser parte activa, la ciudadanía necesita estar bien informada; en consecuencia, lo primero que puede generar la concentración mediática y una mala información es que la sociedad elija mal, para empezar. Elegir mal quién te va a administrar, elegir mal nada menos que al administrador. Después, que el administrador, es decir el gobierno que el pueblo elige, no pueda llevar adelante las tareas políticas para lo que ha sido designado mediante el voto popular porque otro tipo de intereses, impuestos por quienes manejan la información, son los que predominan frente la opinión pública a la que van desquiciando como de alguna manera creo que ha sucedido en estos últimos años en Argentina. Entonces la pregunta es muy correcta y central: ¿Cómo gravita la libertad de expresión, la pluralidad de la información? ¿Cómo gravita en que comamos más o comamos mejor? Bueno, ahí reside el punto de partida de todo.
Si la información es vital para elegir, ¿a qué le atribuye usted la elección de las alianzas por parte del kirchnerismo y su apoyo a gobernadores e intendentes envueltos en conflictos, en corrupción?
La construcción del poder no tiene mucho que ver con la ética, no tiene relación con eso sino con la política. La política, de las cuestiones éticas, se reserva todos los derechos y siempre se paga un precio. En estado puro no hay nada, es política: puede haber una contención mayor o menor para eso que te disgusta desde el punto de vista humano pero no siempre puede ser total. Porque si vos tenés un proyecto abarcador de lo que soñás como felicidad de todo el país, y un distrito puede ser decisivo para que vos consigas, digamos, por ejemplo un gobernador, que hay unos cuantos que hay que es para… para darle de comer aparte, pero, siguiendo, si vos tenés que mantener una relación tapándote la nariz pero porque eso te permite adentrarte mucho más en el proyecto más abarcativo que tenés no es lo ideal, por eso no me imagino adentro de la política, me cuesta.

¿Es imposible no ensuciarse?
Es que la política es meter las manos en el barro siempre, constantemente. Prácticamente nadie queda exento de esa situación.
¿Chevrón es un ejemplo de las manos en el barro?
En estos temas no existe otro camino que atenerte a la justicia, aunque no te guste. Y la justicia internacional, la de la Haya, ha dicho que Chevrón no tiene responsabilidad. Un poco en línea con lo que dijo la Corte Suprema aquí a pedido del gobierno. Una situación que resulta compleja, resuelta por la buena relación entre Ecuador y Argentina. Lo normal, si no hubiese un gobierno amistoso en Ecuador, sería una acusación altisonante de protección por esos intereses porque la corte se pronunció a pedido del gobierno argentino que a su vez estaba negociando con Chevrón… un escenario incomodo e indeseable. Lo que sucede también es que existen y se generan constantemente versiones de que Chevrón no es la empresa responsable directa de lo que sucedió en el país de Correa, sino que compró un problema y se hizo cargo de esto (NdeR: Los problemas, según La Haya, son responsabilidad de la mala gestión de la estatal Petroecuador, que a mediados de los años noventa asumió el control de los campos dejados por Chevrón-Texaco)
En Latinoamérica se pronostica un “planchazo” de las medidas progresistas, ¿Cómo cree que influirá en Argentina este proceso; se puede tirar más a la izquierda?
No. El límite es el 30 por ciento. Y se dependerá de otros factores, como el económico para seducir a otra parte del electorado y sostener al sector más progresista que está verdaderamente involucrado en un modelo inclusivo, un proyecto de inclusión de derechos, de aumento de medidas sociales y demás. Pero hay un 30 por ciento que está firmemente a la izquierda; un 30 o 40 que está decidida y rotundamente a la derecha; y en el medio está el resto que fluctúa pero que a la vez está muy en manos del escandaloso poder de los medios dominantes, que también son los que históricamente más daño le han hecho a la Argentina.
¿Con qué sector social identifica ese “resto fluctuante”?
Con el sector de los satisfechos o no satisfechos. Para mí así se divide la sociedad, con esas categorías. Porque los que están satisfechos en general proceden de acuerdo el grado de satisfacción que le permite mantener. Ningún insatisfecho que tenga mínima conciencia de cómo son las cosas podría estar votando a nadie que represente a la derecha, a lo establecido, al poder económico ¡No se le puede ocurrir a una sola persona!
¿Qué cambio se juega en dos años?
El cambio es rotundo: o el gobierno que está, que es el único que tiene un perfil progresista, o el resto. Del resto es lo mismo, cualquiera podría ser presidente porque se trataría de un administrador de intereses que se manejan prácticamente solos.
¿A qué debe apuntar el Gobierno en los próximos años?
En caso de que no salga la Ley de Medios, tomar medidas para que le permitan accionar en pos de un avance con esta ley que sería un regalo para el país y dejar para el próximo gobierno, quien sea, una relación de fuerzas menos asfixiante de la que tenemos hoy en los medios de comunicación. Esto es importante porque la no implementación de la ley genera que los logros no luzcan todo lo positivamente que suelen ser. Estamos en una instancia en la que la capacidad de comunicación de los medios dominantes supera ámpliamente la posibilidad de información de logros positivos por parte del gobierno.
¿Cuáles fueron los errores más groseros del gobierno?
Sucede que ahí todo se mezcla entre lo que son errores y los que se presentan como errores: a mí me gustaría que me digan temas concretos y yo le digo si se equivocaron o no. Muchísimas veces hay equivocaciones, pero son de una persona, de una declaración, de un punto de vista que no suma. Y ahí se convierte en una cuestión para que los medios lo aprovechen, pero es una cuestión porque ellos siempre están predispuestos a juzgar sesgadamente ¡Ya es oprobioso, es abrumador lo que imponen desde sus medios!
Está bien; pongamos un tema concreto: Impuesto a las Ganancias.
Es una medida tomada, casi, con exageración. Porque incluso creo que la sociedad no se divide en clases altas, medias y bajas. Son muchísimas más las fracciones sociales; son como 10 ó 20 las capas que hay y no me gusta que se distancien las clases que están cercanas porque eso genera problemas. De pronto los tipos que ganan 15.000 pesos se alejaron mucho de los que ganan 5.000, muchísimo más todavía de lo que estaban. Y esa diferencia entre las capas genera insatisfacción entre los que se quedaron atrás salarialmente. Espero que el gobierno haya sido serio en cuanto a la dimensión de la medida, de dónde van a sacar ese dinero. El hecho de que sea un proyecto que después no camina lleva sus riesgos… hay que imaginarse si lo hubiesen hecho apoyándose en los CEDIN, los cuales fallaron porque los medios lo buscaron y porque el dinero no es sonso, se preocupa de sí mismo. El CEDIN es una frustración total, una derrota fabulosa. Lo pongo como ejemplo: vos ibas a pagar ganancias con los CEDIN, que no es el caso, pero haces un proyecto y concluis que “voy a recaudar tanto y por eso voy a renunciar a esto”, sin embargo de pronto se te da vuelta la tortilla. Puede ser una cosa muy peligrosa y que complique severamente al gobierno, pero por otro lado en lo político no tenía más remedio que ceder. O sea, hay que fijarse la trampa que a veces es la política.
¿Hay alternativas a este modelo?
No. El kirchnerismo ha conseguido que desaparezcan los grises y todo sea blanco o negro: tenemos derecha e izquierda tan nítidamente como no creo que haya en América Latina.
¿Cuánto inciden los medios oficialistas para esta polarización? En extremos por ejemplo, 678 por un lado y Clarín por otro.
En esa comparación se pierde la percepción de que Clarín miente no cada día, sino a cada hora; en cambio 678 no miente porque no genera noticias. 678 refuta la mentira, o sea, es una relación distinta. El estilo de comunicación puede gustarte o no, pueden objetarle que insisten con temas en particular, pero no mienten: que me conste, nunca ha dicho una mentira. Puede exagerar en los tratamientos, pero nunca ha mentido.
Al kirchnerismo le cuesta gobernar, pero ¿puede gobernar otro sector, teniendo en cuenta que el kirchnerismo pasaría a ser una oposición organizada?
Sí, porque el peronismo que a mí menos me gusta está dentro de los que gobernarían. No es fácil gobernar contra lo que maneja Duhalde y esos tipos de peronistas. Por otro lado, Clarín ya decidió que el candidato sea Sergio Massa; no hay otro.
¿Y Scioli, dentro del oficialismo?
No, Scioli no es un continuador del kirchnerismo. Tienen que generar un continuador, alguien que dé la pelea en serio. Para dilucidar todo esto hay que esperar un poco más, pero… Es bravísimo lo que se le viene al kirchnerismo.
“Lo primero que me provoca rechazo de esto es que estaríamos admitiendo que son los jóvenes los delincuentes del momento, y yo he trabajado en un programa que se llamaba protagonistas de la segunda Argentina y me consta que hay dos millones de jóvenes en el país que están haciendo tareas solidarias y que están dando el alma por los demás y que hay detectada más de 25.000 acciones positivas de toda índole. Me resisto a tomar este estereotipo que toman los medios dominantes que dice que el joven está en el delito y en la droga. Sí hay quienes están acechados por todo eso pero hay que ayudarlos, y no imputarlos, ayudarlos a todos, entendiendo que ahí tenemos una corrección a los males de la sociedad.»
“Por otro lado, esto es espasmódico, toda vez que un chico de 15 ó 16 años comete un delito se habla de la baja de la edad de imputabilidad. Y hay crímenes que fueron cometidos por muchachitos de 12 ó 13, los hay. ¿Y entonces qué hacemos? ¿La bajamos a 12 ó a 13? Pero por ejemplo, se prohíbe la venta de alcohol a menores de 18, que está bien, sin embargo genera que el pibe es imputable ante la ley, pero no puede tomar alcohol. Es una incongruencia en las responsabilidades que le asignamos a unos y a otros. Por lo tanto, la solución a la violencia no pasa por bajar la edad de imputabilidad.»
“La mayoría de los muchachos de 16 y 17 años son chicos, pero chicos realmente, que hay que ir a taparlos de noche, ¿cómo los vamos a ser imputables y responsables a nivel general de un daño terrible que ellos recibieron? Porque en todo caso cuando hay un caldo de cultivo para la delincuencia es porque ellos son hijos de los años noventa, del genocidio del que fue cómplice buena parte de una sociedad en los tiempos del neoliberalismo, son los chicos que quedaron con sus padres sin poder trabajar, al margen de todo beneficio de esta sociedad. Millones de personas fueron tratados así y hay millones de hijos de esas personas. En realidad, ni los jóvenes, ni lo que llamamos la delincuencia en general son tan graves cómo deberían serlo de acuerdo a como hicimos la vida en este tipo de sociedades de América latina en los años noventa.”
Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=6kJ-FDILB1U