Natalia Vinelli es Comunicadora Social, docente y militante de la comunicación alternativa. Junto a otrxs fundó Barricada TV, uno de los “Medios Alternativos, Populares y Comunitarios” más  importante de Latinoamérica. En esta entrevista analiza qué sucede con la Ley de Medios y cómo esto repercute en la comunicación que te entra al balero.

Por Javier Campos
Fotografía: Agustina Maggiotto

¿Cómo está actualmente la situación de la Ley de Medios?

Decir “cómo está la Ley” es,  más o menos, plantear cómo estuvo en los últimos cuatro años. Es decir, no hay una modificación muy importante en lo que es la aplicación efectiva de la ley. Lo notable es lo que ocupa las principales planas: nuevamente la pelea y el maniqueísmo del Gobierno con el Grupo Clarín y éste con el gobierno. Y, con lo que fueron las últimas audiencias en la Corte Suprema, se volvieron a poner en discusión algunas cuestiones referidas a la Ley de Medios.

Desde Barricada TV ¿qué fallas o aspectos problemáticos reconocen en este contexto de no aplicación?

El primer elemento que debemos divisar de la Ley de Medios es que, nosotros, la pelea a favor de  la desconcentración de medios la acompañamos rotundamente, pero pensamos que esta desconcentración debe ser a fondo. No solamente se trata que desconcentre el Grupo Clarín, al cual podríamos decir que detestamos particularmente, sino también el Grupo Telefónica, el Grupo Uno, el Grupo Vila Manzano y demás. El resultado de la Ley de Medios no solo debe implicar el cambio del mapa de los medios, sino también el cambio del paradigma de la comunicación. Porque no sirve que sigan apareciendo nuevos grupos empresarios, como es el caso de Spolzky o Cristóbal López, porque siguen siendo medios comerciales que no se plantean pensar los medios más allá de la oferta y la demanda, más allá de la generación de ganancias.

vineli1¿Y en cuanto a la democratización?

Bueno, ahí creo que es donde la aplicación de la ley ha quedado mucho más sesgada. El avance del 33% del espectro para las entidades sin fines de lucro es demasiado pequeño. Y además se incluyen allí medios que no son sin fines de lucro, sino públicos. Por ejemplo, con las radios escolares que, más allá de estar de acuerdo, lo cierto es que es un medio público que funciona gracias a un acuerdo entre la AFSCA, el Ministerio de Educación y la Comisión Nacional de Comunicaciones.  Entonces, es un medio público y no un medio sin fines de lucro.

Finalmente, además hubo algunas autorizaciones por las cuales se dio la adjudicación directa a medios que están en zonas de “alta vulnerabilidad social”, que es una categorización sociológica que no se definió. En estos casos son sorprendentes los  medios que se han autorizado, porque algunos vienen trabajando hace tiempo, pero otros recibieron la habilitación no bien fueron creados. Y a su vez, el puñado de medios que fueron autorizados, básicamente radios, tampoco están en relación con las necesidades comunicativas, ya que la demanda es mucho más alta respecto a lo que la AFSCA está cumpliendo.

Natalia Vinelli

Con todo, ¿cómo te da la cuenta?

En realidad, a la conclusión que llegamos es que la aplicación está siendo demasiado lenta, que cuatro años es mucho tiempo para seguir hablando de una nueva Ley de Medios y que la aplicación, además, está siendo bastante sesgada.

El kirchnerismo ¿en cuánto aporta y en cuánto es contraproducente para la aplicación de la ley?

No podemos negar que hubo una voluntad política por parte del gobierno de avanzar con la Ley de Medios, y hay que reconocer que otros no tuvieron esta decisión. Pero también tiene responsabilidad en este estancamiento actual. Y mucha. Porque las atribuciones ejecutivas de la autoridad de aplicación tienen un vínculo directo con el gobierno nacional. Por lo tanto, que a esta altura no se haya elaborado un plan técnico para ver cómo está el espectro a nivel de las frecuencias y hacer efectiva la reserva para los medios sin fines de lucro, es responsabilidad del gobierno. Hay que decir que es una decisión que tampoco se toma desde el 1984, con la excusa de la falta de un plan técnico. Por eso desde nuestro espacio de Televisoras Alternativas Populares y Comunitarias y de Barricada TV queremos que se avance en ese sentido. De mínima queremos que se autoricen a los medios que ya estaban operativos en 2009, y de máxima que se autoricen a todos. No obstante la realidad es que no nos vienen escuchando.

¿Qué posición tomaron, teniendo en cuenta esta dualidad entre un gobierno que avanza centralmente contra un oligopolio mediático, pero que es deficitario en los aspectos que ustedes consideran centrales?

Cuando comenzó la discusión de la nueva Ley nos ha tocado debatir con sectores del campo popular y siempre propusimos intervenir en la pelea porque había treinta años de demanda de democratización de las comunicaciones y de realización de una nueva Ley de Medios y no podías quedarte afuera criticando que era una maniobra del gobierno solo para destrozar a Clarín. Por consiguiente, nuestra política fue la intervención, para arrancar de esa Ley las reivindicaciones más adecuadas a nuestra realidad. Lamentablemente tuvimos éxitos parciales, no tuvimos demasiada recepción. Igualmente, logramos que en el artículo cuarto de la Ley se reconociera la figura de medio comunitario, en base al reclamo que hicimos argumentando nuestro desagrado en la categoría sin fines de lucro, porque nosotros queríamos ser reconocidos como “medios comunitarios, alternativos y populares”.

Sectores cercanos al Gobierno tienen un discurso que intenta abrazar a los medios comunitarios, ponerlos de su lado. ¿Cómo evalúan ese guiño?

Sí, tienen el discurso de que los medios comunitarios ahora van a tener que estar “a la altura de la historia” porque está la Ley de Medios.  Y eso es injusto, perpetuador de la desigualdad, porque no podemos decir que Radio Resistencia, que funciona en Andalgalá, y cuyo objetivo es denunciar y pelear contra la mega minería, tiene la misma fortaleza económica y tecnológica que la radio que puede montar la Fundación Telefónica o el sindicato UOCRA, el cual ya está experimentando en televisión digital, sin ningún concurso. Justo la UOCRA, que tiene al buchón de Gerardo Martínez y que es un sindicato que dirime sus internas a balazos. A eso hay que sumarle las grandes empresas cooperativas, que siguen teniendo la forma de una cooperativa en términos legales, pero tienen un patrón y empleados que cobran un salario, es decir una forma de gestión empresarial.

¿Cómo se podrían diferenciar estos medios?

Nuestra propuesta no es dejar afuera a los medios de las fundaciones, sindicatos, es decir, los sin fines de lucro. Eso no, pero sí que se destine un espacio específico para los medios alternativos, populares y comunitarios. Plantear una diferencia en el tratamiento que iguale las condiciones y posibilidades, porque si no, no podemos competir por los pliegos. Y esto ya pasó cuando se abrieron los primeros pliegos de televisión, en los que se exigía que declaráramos empleados, y nosotros no teníamos ni tenemos empleados, tuvimos que salir a inventarlos. Nuestra propiedad es diferente, es social, colectiva, comunitaria. Por lo tanto, no hay relación de propiedad privada ni de patrones y empleados, sino que hay una gestión cooperativa, igualitaria. A esto hay que sumarle la cuestión del patrimonio acorde con la inversión, y los requisitos generales con costos enormes, que no podemos cumplir. Costos que sí puede afrontar, por ejemplo, la UOCRA. Entonces ¿para quién es la Ley de Medios? ¿Cuál era el sector sin fines de lucro que se está legalizando? Hay que recuperar la mirada de Scalabrini Ortiz: todo lo que no se legisla explícitamente a favor del más débil, se legisla implícitamente a favor del más fuerte. Para que quede claro: estamos pidiendo que se aplique la ley, es decir, lo de mínima, para que luego al momento de reglamentarse, nos coloquen en un tratamiento diferenciado.

Natalia Vinelli

Justamente, los medios comunitarios, populares y alternativos parecen haber quedado en medio de una lucha distinta, de un maniqueísmo permanente.

Somos un poco los convidados de piedra en esa discusión, de todas maneras no nos hacemos cargo del maniqueísmo. En las movilizaciones a las puertas del AFSCA se planteó que le hacíamos el juego a Clarín… ¡Que se vayan a cagar! ¡¿Qué juego a Clarín?! Nosotros construimos nuestros medios en respuesta justamente al Grupo Clarín. Algunos creen que hacerle el juego a la derecha y a Clarín se evitaría yendo a la AFSCA y quedándonos en nuestra casa esperando que Sabatella utilice su varita mágica y nos beneficie, cuando este señor nunca nos recibió. La gestión de Sabatella te pide que esperes, que no te movilices y cuando lo haces, te dicen que le haces el juego a la derecha.

¿Por qué no se avanza, cuál es el sentido de que no se lleve a cabo?

Hay muchas aristas para analizarlo, pero entiendo que cuando estamos hablando de medios, hablamos de disputa de sentidos, de subjetividad y en definitiva de disputa de poder, de cuáles son los sentidos dominantes, las formas de ver el mundo y muchas cosas más. Es lógico que duden porque legalizarnos significa la habilitación y amplificación de quienes pensamos la comunicación como una herramienta al servicio de la transformación de la sociedad y de nuevas maneras de ver el mundo. Deben pensar “les ponemos medios a estos y se van a venir contra nosotros”.  Lo que tampoco me voy a tragar es lo de la sustentabilidad: nunca los fuimos a joder para que nos den plata. Laburamos desde 2009 y nunca le pedimos un peso, así que yo ese verso no me lo creo…  Por todo, siento que la Ley de Medios le quedó grande al kirchnerismo, porque hubo una voluntad que se quedó a mitad de camino que por ahora sólo es un operativo contra Clarín.

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Javier Campos
es periodista deportivo, pero se mueve entre unidades básicas, centros culturales y comités políticos. Se reivindica como el cumbiero que toda revista progre debe tener, y rosquea con eso para no perder su lugar exclusivo. Cree —fervientemente— que cuando la izquierda empezó a escuchar cumbia, el pueblo ya estaba con el reguetton.

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