Izquierda, derecha, nacionalismo e independentismo; conceptos no tan sencillos en un país sin estado.

Influenciado por años y años de escuchar a los medios hablar de ETA y el independentismo, a más de un latinoamericano podría llamarle la atención que aquí la izquierda y el nacionalismo no sean necesariamente independentistas. De hecho, Podemos no levanta la bandera de la independencia para Euskal Herria y, sin embargo, en las dos comunidades vascas –País Vasco y Navarra– el partido de Pablo Iglesias tiene una alta intención de voto.

Ahora bien, hace apenas unos meses renunció la alcaldesa de Mungía, un pueblo de País Vasco, porque la obligaron a izar la bandera española en la puerta de la municipalidad. El caso duró tres años y medio. La alcaldesa presentó recursos legales de «objeción de conciencia» y  «derecho a la libertad ideológica», pero finalmente la ley española le cayó con todo su peso: o izás la bandera o te vas. Bien vasca, se fue. “Lamento tener que irme ante este intento de humillar a todo un pueblo colocando una bandera que no es la nuestra, por una ley vetusta y obsoleta”, dijo. Para hacerle el aguante, atrás de ella también renunció la secretaria de Cultura.

Cuando me enteré de la noticia supuse que ambas formarían parte de algún sector de la izquierda nacionalista. Pero no. Estas mujeres no son socialistas ni revolucionarias, sino del PNV, el partido de la derecha católica que gobierna tanto la capital de País Vasco –Vitoria Gasteiz– como su ciudad más pujante, Bilbao. Para quienes vivimos entre Tijuana y Tierra del Fuego resulta bastante curioso que un país que tiene de acuerdo a su izquierda y su derecha en algo tan esencial como la identidad –vasca, en este caso– no haya logrado aún convertirse en un estado independiente.

Tan curioso como que alguna vez no lo sea.

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Fabricio Lombardo
es profesor de historia. Editó la revista El Suburbio y formó parte del Movimiento de Desocupados en Buenos Aires. En 2009 construyó junto a otros docentes el Bachillerato Popular “Carlos Fuentealba”. Viajero incondicional y amateur de la fotografía, actualmente forma parte del movimiento okupa en Euskal Herria y oficia de editor en Ultimoround.

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