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Poesía Femininja I

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Fuente: Lucía Prieto

Cuatro autoras escriben sobre la violencia que sufren por ser mujeres y también sobre el encuentro colectivo, una ola que no se puede parar.

El lunes
viajé en subte
con una compañera
y un tipo
le tocó el culo.
El martes
otra compañera
me contó
que no usa
vestidos cortos
porque el novio
no la deja.
El miércoles
caminé por Caballito
y un auto me siguió
durante tres cuadras.
El jueves
en la parada del colectivo
un señor quería
que pase primero
le dije
que él estaba desde antes
y se enojó.
El viernes
salí con un chico
a tomar unas cervezas
cuando nos trajeron la cuenta
se la dieron a él.
El sábado
a una amiga
le ofrecieron un trabajo
y al mismo tiempo
la misma persona
la invitó a salir.
El domingo
me tomé un taxi
a la madrugada
el taxista no iba
por donde le indiqué
se lo dije
y me ignoró.

Autora: Luciana Barbini.

Foto: Sofía Basselli

Cuando conté lo que pasó
con el hijo de mi tía
gente de mi familia me dijo
que no era necesario
que lo publique en facebook
que no era necesario
que lastime a su entorno
me preguntaron
si estaba segura
de que fue abuso
mi mamá me llamó
y me dijo que me creía
pero después habló
con mi psicóloga
y le dijo que yo mentía
él también me llamó
pero no atendí
y me dijeron
¡qué lástima!
porque quiere que vayan juntos
a terapia
también me dijeron
a mí me pasó algo peor
y me callé la boca
por no lastimar a terceros
yo no lastimé
él lastimó
yo no lastimé
él lastimó

Autora: Luciana Barbini.

Foto: Lucía Prieto

Pertenezco a la generación
de las que teníamos que explicar
por qué no queríamos
ser madres.
Pertenezco a la generación
de las que abortaron
solas
con misoprostol en 2005
y terminaron ardiendo
en loqueros porque
no era el tiempo.
Mis episodios de caída
se demoraron
porque no había espacio
para ese episodio
en la caída.
Este es el tiempo y
valió la pena

Autora: Laura Bravo.

Foto: M.A.F.I.A

lucha
no te hagas el que me entendés
estamos lejos
estas flores
hubiesen tenido un destino más noble
que el de adornarme
al placer de tus ojos

somos piel que nos limita

siglos que nos separan

no soy objeto de tu sexo

tengo una voz
esencial a mis oídos

mi discurso no es tu canto

algo se renueva

somos fuerza

somos resistencia

Autora: Ayelén Cara.

Foto: M.A.F.I.A

no hagas
no digas
usá este uniforme
que te mantiene protegida
cuidate que
sos mía-soy tuyo
S.O.S. de ÉL

Autora: Ayelén Cara.

Foto: M.A.F.I.A

“…del mismo modo que un antiguo dolor psíquico, recordado en estado de vigilia provoca todavía lágrimas.
Así, pues, el histérico padecería principalmente de reminiscencias”
Sigmund Freud

Créale a su neurótica
doctor
Anna no miente
déjela hablar
limpiar la chimenea
talking cure en los divanes
posesión del demonio en las hogueras
catarsis en las tragedias
impensable
que una joven de una familia bien
culta, burguesa e ilustrada
sea
la mas sufrida
de todas sus pacientes
paralítica, hidrofóbica
hipnotizada
memoria fragmentada
petit mal, petit mort
es verdad
que habiendo querido rezar
no encontró palabras
soñó con serpientes
confundió las lenguas.

Diga algo doctor
en nombre de ella
aunque los médicos le hagan a usted
un vacío
es Anna
no tiene más remedio
si cesa la causa, cesan los efectos
toque su frente y lo recordará
hágalo por ella
la que se retuerce a punto de parir a su hijo
el brazo paralítico que cuelga de una silla
oh, Anna
la enamorada
bella indiferencia
fuente del Nilo
potente fertilidad
oh, Anna
continente negro
enigma por descubrir
feminista vengadora
de todas las histéricas
de todas la niñas violadas
en sus familias bien

Autora: Emilce Fernández.

El gigante de la silla de ruedas

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Varkey Foundation Global Teacher Prize.

A los 76 años, murió el físico británico Stephen Hawking. Su enorme legado nos permite saber un poco más de dónde venimos y a dónde vamos.

Bernardo de Chartres, un prestigioso escolástico que vivió hace casi mil años, dijo: “Somos como enanos aupados a hombros de gigantes”. Se refería así a los pensadores del pasado: si podemos ver más cosas y más lejanas no es por la agudeza de nuestra mirada, sino porque nos elevamos sobre la altura del conocimiento de los que vinieron antes que nosotros. La frase viajó por el tiempo y tuvo varias apariciones estelares, como en la famosa carta que Isaac Newton le escribió a Robert Hooke, hace tres siglos, y en el título de un libro de Stephen Hawking publicado en 2002.

La ciencia que llamamos “dura» avanza porque acumula sobre lo que se acumuló antes. Lo que propone y comprueba, lo que descubre e inventa, para bien o para mal, ya trae una determinada dirección y nunca retrocede. No podríamos decir lo mismo del comportamiento social, donde pareciera que no se aprovecha el conocimiento de los paradigmas pasados.

Stephen Hawking, su esposa Jane y su hija Lucy, en su casa de Cambridge, en 1977. Foto: Ian Berry.

A menudo se suele decir que si no fuera por tal persona, no contaríamos con equis avance revolucionario. Es un error.

A principios del siglo veinte, un revoltoso Albert Einstein de 26 años, alejado del mundo académico, consiguió un empleo decente en una oficina de patentes de Suiza. Allí se encargaba de abrir los sobres que llegaban por correo con descripciones de inventos y candorosos diagramas a mano alzada, para analizar su dudosa viabilidad. Le encantaba. Fue en esa época cuando escribió su teoría de la relatividad especial. No era un físico de éxito y no había sido un buen alumno, pero hubo algo que lo inspiró para imaginar esas respuestas por las que sería recordado para siempre.

La construcción de ideas es siempre colectiva, mal que le pese a los editores de biografías. Pero algunas veces surge un humano fuera de serie que, en medio de sus miserias, sus obsesiones y sus inseguridades, logra combinar la cantidad exacta de claridad y locura como para abrir una puerta completamente nueva.

Stephen Hawking fue uno de ellos.

Tanto su gran fama como la fiebre que produjo en el mundo su muerte no se deben solo a los aportes que hizo en divulgación científica, física y cosmología, sino también a su imagen brutal. Una imagen que toca en el lugar que más incomoda y fascina, la contradicción: una mente colosal prisionera de un cuerpo inútil en el que a una edad muy temprana la libertad de movimiento perdió su turno. Un hombre que, no sin un nihilismo del que muchos fans resienten, encontró su único horizonte en el intelecto.

Hawking acaba de convertirse en uno de los pocos pasajeros que aquella metáfora de los gigantes lleva en su viaje infinito; ya vendrán otros para abrir nuevas puertas, inspirados en colosos antiguos o en ignotos remitentes de sobres olvidados. Con el mismo entusiasmo y con la misma obsesión.

Él dijo una vez que la frontera última de los agujeros negros, su horizonte de sucesos, es en realidad un horizonte aparente, y que «la física cuántica algún día comprobará que esas cárceles del tiempo y del espacio son solo áreas de peaje, casilleros de ‘pierde un turno’ para el universo en expansión». Ese universo en el que, recombinando una y otra vez nuestros átomos, seguiremos viajando y expandiéndonos. Todos nosotros, todas las cosas.

Cuando el machismo se vuelve ley

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Portada. “The Black Panthers: Vanguard of the Revolution” (2015), documental de Stanley Nelson Jr. sobre la historia del Black Panther Party.

El uso del lenguaje masculinizante en la mayoría de las constituciones del mundo no es inocente. Pero en algunos países el cambio ya empezó.

Cuenta Eduardo Galeano en Espejos (2008) que con la Constitución de Brasil de 1889, que implantó el voto universal, “todos podían votar, menos los analfabetos y las mujeres. Como casi todos los brasileños eran analfabetos o mujeres, casi nadie votó”. En nuestro país pasó algo parecido. La famosa Ley Sáenz Peña de 1912 vetó la proscripción al voto por motivos de sangre, posición económica o nivel educativo. Pero aunque aún hoy es conocida como la “ley del voto universal”, una vez más dejó afuera a las mujeres.

La constitución es la ley fundamental de un Estado: un conjunto de artículos que lo organizan, resultado de las luchas que se dan en un determinado tiempo y lugar. El lenguaje también es consecuencia de las relaciones de poder de la comunidad que lo adopta, con una característica particular: puede cristalizarlas pero también ser utilizado como instrumento de cambio. En la mayoría de los países occidentales, la constitución es un texto escrito que refleja el lenguaje de los hombres —y de las poquísimas mujeres— que redactaron esos preceptos.

Cuando el movimiento feminista reclama un uso no sexista del lenguaje, la reacción habitual es banalizar el tema: se habla de la supuesta neutralidad de los términos masculinos en el idioma español, sobre todo de aquellos que finalizan en “e” en vez de en “o”, y de lo innecesario de modificarlos. Así, las palabras presidenta, intendenta y concejala suelen encontrar detractores, pero sospechosamente no sucede lo mismo con sirvienta, que bien podría ser reemplazada por sirviente. Pareciera que detrás de cada “La RAE dice que se dice presidente” no se esconde entonces un purista del lenguaje sino una persona que —consciente o no— lucha por mantener la desigualdad, utilizando al lenguaje como espada.

Una herencia patriarcal

“Las Constituyentes” (2011), documental de Oliva Acosta sobre las 27 parlamentarias que participaron de la eleboración de la Constitución española de 1978.

La fruta no cae lejos del árbol y el universo jurídico argentino tiene dos grandes influencias: las leyes de la corona española y la Constitución de Estados Unidos.

La Constitución española consagra dos veces la protección de género: el derecho de las mujeres a contraer matrimonio en igualdad jurídica con los hombres, y la no discriminación en el ámbito laboral por razones de sexo. Sin embargo, para el ejercicio del poder, opta deliberadamente por el masculino: el art. 57 establece que en la sucesión al trono será preferido “el varón a la mujer”. Algo parecido ocurre cuando se refiere a su propia ciudadanía como “los españoles”, incluso para proteger a quienes no son varones: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, dice al art. 14.

“Detrás de cada ‘La RAE dice que se dice presidente’ hay una persona que lucha por mantener la desigualdad, utilizando al lenguaje como espada”.

El lenguaje constitucional sexista no es patrimonio exclusivo del habla hispana. Aunque la mayoría de los sustantivos del idioma inglés no tienen referencia al género, la Constitución de Estados Unidos también invisibiliza a las mujeres como sujetos políticos. El art. 2, por ejemplo, utiliza el término “he” [él] para mencionar al presidente: “The executive Power shall be vested in a President of the United States of America. He shall hold his Office during the Term of four Years…”. Dirán los incrédulos que el lenguaje no tiene efectos sobre la realidad. Pero, ¿se ha visto alguna vez a una mujer sentada en el sillón de Washington?

La Constitución argentina es algo más neutral porque se refiere a sus habitantes como “toda persona” (aunque a veces menciona también a “los ciudadanos”). Además, con la reforma de 1994 las organizaciones de mujeres lograron un cambio en la igualdad de acceso a cargos públicos. Dos artículos (el art. 37 y el art. 75, inc. 23) establecen la obligatoriedad de impulsar acciones positivas para garantizar la igualdad real, en especial para alcanzar cargos electivos y partidarios. Esta actualización reconoció la importancia de la presencia de mujeres en los ámbitos de poder, con rango legislativo desde 1991: fue la primer ley de cupo femenino sancionada en el mundo, que exigía un mínimo de un tercio de mujeres en las listas legislativas. A pesar de estos progresos, también en nuestro país la institución presidencial sigue reglada en términos masculinos: la reforma avanzó hacia la igualdad de derechos pero no incluyó la perspectiva de género en el lenguaje.

Las buenas ejemplas

Sufragistas en la calle de Alcalá. Foto: Alfonso Sánchez Portela. Madrid, 1932.

Pero no todo está perdido. En la región al menos tres países marcan un rumbo distinto: Bolivia, Ecuador y Venezuela. La Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, de 2008, deja en claro desde el inicio que el país está conformado por “la totalidad de las bolivianas y los bolivianos”, y sobre el poder ejecutivo dice: “la Presidenta o el Presidente del Estado, la Vicepresidenta o el Vicepresidente, y las Ministras y los Ministros de Estado”. Además, garantiza la igual participación de hombres y mujeres en la Asamblea Nacional.

La Constitución ecuatoriana, reformada en 2008, también respeta la perspectiva de género: nombra explícitamente a “la presidenta” y utiliza términos femeninos cada vez que se refiere a unx sujetx políticx. El art. 61 establece además la obligatoriedad de un sistema de selección de cargos públicos respetuoso de los criterios de equidad y paridad de género. Aunque el cupo femenino no está garantizado en la misma carta, el código Electoral establece un sistema de alternancia entre hombres y mujeres para todas las elecciones pluripersonales. Desde un punto de vista normativo, entonces, Ecuador tiene un sistema de total equidad de género.

La República Bolivariana de Venezuela también ha incorporado el respeto por el lenguaje no sexista en su última reforma, impulsada por el chavismo en 1999. El acceso equitativo a cargos electivos de forma “alternativa y paritaria” queda además garantizado por una resolución del Consejo Nacional Electoral.

“La presencia de mujeres en cargos públicos impulsa problemáticas que de otra forma quedarían invisibilizadas, como los derechos reproductivos”.

La presencia permanente de mujeres en cargos públicos es fundamental no solo para mantener la equidad sino también por el impulso que pueden dar a problemáticas que de otra forma quedarían invisibilizadas: cuando los cargos dejan de ser potestad exclusiva de los hombres se avanza en conquistas concretas, como es el caso de los derechos reproductivos.

En nuestro país, la ley 27.412 de 2017 asegura la paridad de género en la listas legislativas: cada boleta debe ser integrada por mujeres y hombres en igualdad numérica. Sin embargo, una ley puede ser fácilmente reemplazada por otra ley, mientras que para cambiar los derechos asegurados en la carta magna se requiere de mecanismos de reforma mucho más complejos. Es por eso que la protección del cupo femenino a nivel constitucional impediría un retroceso en los avances logrados hasta el momento.
En Bolivia, por ejemplo, el art. 66 de la Constitución asegura el respeto de los derechos reproductivos. Algo parecido ocurre con la carta magna de Ecuador, que despliega un vasto marco de protección a la salud sexual y reproductiva. La Constitución venezolana no menciona el tema. Por supuesto que todavía falta mucho: a pesar de sus modernas constituciones, en estos tres países el aborto está prohibido. Sin embargo, la garantía del cupo femenino en los parlamentos hace más factible que el tema entre en agenda y que las nuevas camadas de legisladores y legisladoras reaccionen a este reclamo fundamental de los movimientos de mujeres.

Acá tenés las pibas para la Constitución

El 26 de agosto de 1970, miles de mujeres marcharon en Nueva York para conmemorar el 50º aniversario del voto femenino en EEUU. Foto: Fred W. McDarrah.

Por su carácter eminentemente político, las constituciones son documentos históricos que dejan traslucir la ideología dominante de la época, los grupos de presión presentes y las conquistas colectivas. Los temas de género no son la excepción y las constituciones pueden contribuir a empoderar a las mujeres o seguir institucionalizando el poder patriarcal, como ocurre desde hace siglos.

“Las constituciones translucen la ideología de la época y pueden empoderar a las mujeres o seguir institucionalizando el poder patriarcal”.

El hecho de que las mujeres formen parte de los procesos constituyentes y legislativos claramente influye en el resultado de las creaciones normativas: habilitar espacios de participación femenina en la vida pública trae como consecuencia la formación de cuadros políticos capaces de ganar terreno en los lugares de toma de decisiones. Por eso, los cupos femeninos son una garantía necesaria y fundamental: esto no significa que todas las mujeres en el poder vayan a defender las causas de género, pero sin su presencia los movimientos de mujeres no tendrían representación alguna.

En este camino es clave el lenguaje de género, porque su buen uso siempre viene acompañado de una ampliación de derechos. Mientras que el uso del masculino genérico en las constituciones invisibiliza a las mujeres como ciudadanas plenas y sujetxs de derecho, la incorporación de un lenguaje igualitario significa un paso adelante hacia una equidad real, plena y sostenida.

* La autora es abogada y periodista.

#8M, el día que tembló la tierra

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Tres mujeres en tres ciudades distintas cuentan lo que vi(vi)eron el 8 de marzo en el Paro Internacional de Mujeres.

#8M Córdoba / por Agostina Coirini, fotos de Fer Bazán

Son casi las 19 y llego al centro en un colectivo que se desvía porque la avenida ya está cortada. Toco el timbre y un grupo de chicas se para detrás mío; una lleva un pañuelo al cuello que dice “Feminista”. Estamos todas ansiosas, queremos bajar rápido, llegar: sabemos que algo importante ocurre y queremos estar ahí.

Las banderas se extienden a lo largo de la avenida Colón. Son decenas las organizaciones que forman parte de la marcha y miles las mujeres que avanzan. Hay colores y más colores: las de un grupo tienen pintado un antifaz, las de otro, una peluca rosa. Muchas cantan y bailan y prenden bengalas. Otras simplemente salieron de su casa con el mate y acompañan despacio.

Fuimos más de 80.000 las mujeres que marchamos el jueves por las calles de Córdoba, conscientes de que a cada paso estábamos haciendo historia, y que el reclamo por nuestros derechos sigue más fuerte y vigente que nunca. “Este #8M, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, las Mujeres, Tortas, Travas y Trans paramos. Somos feministas y hacemos temblar el mundo”, dice el documento de la Asamblea Ni una Menos Córdoba.

Y ese documento no miente: la ciudad entera tembló al ritmo de los bombos feministas.

La marcha fue una verdadera fiesta de lucha, una celebración de la unidad y de la fortaleza de las mujeres en la segunda provincia con mayor índice de femicidios del país. El reclamo por #NiUnaMenos creció en Córdoba con la potencia de un colectivo organizado para marcar una agenda propia y poner sobre la mesa las problemáticas que nos atraviesan a todas como mujeres, travestis y trans.

El 8M las cordobesas dijimos: “Si nuestras vidas no valen, ¡produzcan sin nosotras!”, y exigimos medidas contra el ajuste, las violencias y las desigualdades, de las que los gobiernos son los primeros responsables. El reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito fue una de las principales consignas y el verde de los pañuelos que simbolizan esa lucha inundó las calles de la marea feminista.

Caminar con esas miles de mujeres las diez cuadras que unen avenida Colón y Cañada con Patio Olmos, el epicentro de las movilizaciones en la ciudad, fue encontrar fortalezas, alegrías, abrazos, puños en alto y sobre todo reconocer la necesidad de estar: solas, con amigas, compañeras, hijos, mascotas. Como sea, estar. Y gritar hasta el cansancio:
«¡Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ves, abajo el patriarcado que va a caer!”.

#8M Buenos Aires / fotos de Dina Cantoni

#8M Rosario / por Cocó Muro

Camino por la vereda, la calle hoy llega hasta la vereda. Voy por el boulevard, a contramano. Estoy en Rosario y no conozco a nadie, pero distingo las banderas, las consignas, los colores verde y violeta. Me río con un cartel que dice: “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”.

En todas partes, el 8 de marzo las mujeres reclamamos igualdad de oportunidades, nos manifestamos contra la violencia machista y exigimos políticas de salud pública para que decidir sobre nuestros cuerpos no sea un delito. El 8 de marzo dejó de ser “el día de la mujer”: ahora es el Paro Internacional de las Mujeres. Ni flores, ni bombones, salimos a la calle porque es urgente y no hay tiempo para romantizar la lucha.

Es ahora.

A las 18 se llena la plaza San Martín. El aire está cargado, hace calor y se levanta tierra. Caminamos durante más de dos horas: por Santa Fe hasta Boulevard Oroño, doblamos en Pellegrini, luego en Corrientes y de vuelta por Santa Fe hasta el Monumento a la Bandera Feminista.

En un kiosco, somos muchas comprando agua, alfajores y turrones para llevar. Un chico que pide un pancho nos dice: “Feliz lucha, chicas”, asintiendo con la cabeza y mirándonos a cada una. Todas le respondemos “Gracias”. Alguien me había comentado el día anterior que las chicas de una y otra organización están peleadas, que en Rosario había mucha interna feminista. Qué se meten, pienso ahora. Precisamente: se llama interna.

En Rosario no conozco a nadie, pero somos todas y marchamos bien juntas.

Venezuela: una guerra contra la escasez

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Huele a lluvia. Los vecinos de enfrente se preparan con tobosi, ollas y poncherasii; algunos dicen que en sus casas siempre llueve más adentro que afuera. De este lado, en la otra acera, por suerte los techos son robustos. Una de las dos empresas constructoras que levantó este lote de casas por hileras utilizó un comprimido sintético para algunas y las otras las construyó con madera, el material presupuestado.

En la ciudad de Araure, sobre los predios de la hacienda San José, en un lote de 110 hectáreas que el gobierno le compró a un terrateniente, se proyectaron 6.000 casas. Hasta ahora solo se armaron 2.500 para atender las 15.000 solicitudes procesadas desde 1998 por el Plan Bolívar 2000, el año que llegó Chávez para saldar las deudas sociales que se pierden en la historia. Las familias más vulneradas fueron las primeras beneficiadas. Villas del Pilar se fundó un año después y es el complejo urbanístico más grande que se ha levantado en los llanos de Portuguesaiii.

No hizo falta ver crecer una tercera generación para saber que aquí se había asentado una comunidad y al mismo tiempo se había roto con la geometría euclidiana de la antropología social. La guerra venía sacando lo mejor y lo peor de nosotros mismos y lo común pugnaba a dos aguas, como los techos endebles que nos albergan.

AFP/David Maris

Cada vez que llueve, con los pulmones afectados por la erosión y la humedad durante años, los vecinos recuerdan la madre al empresario que los estafó. Por estos lados, la gente llegó con una mano adelante y la otra atrás, pero el Estado de bienestar les hizo olvidar durante una década que la guerra siempre fue contra los pobres.

Del conucoiv, a la abuela Ligia, sólo le quedan recuerdos. Son como fábulas que se filtran en el delirio de sus días contados: los de la Calle 15 aprendieron a sacarle provecho a todo o, mejor dicho, a casi todo. A los 74, la abuela lleva superadas sus propias expectativas de vida. Cuando llegó aquí, hace 14 años, ni a ella ni a nadie le importaban las matemáticas del Estado; menos importan ahora, con la economía convertida en el estopínv de una guerra silenciosa que fustiga y abre los estómagos cada mañana para reinventarse la trama y poder echarle algo al saco.

Hace tres años los cubanos le diagnosticaron un cáncer que terminó por colmarle los huesos y nadie pensaba que llegaría al año nuevo. Postrada y bajo el cuidado de su hija y su nieta, sus cuentos de infancia animalera y campesina se convierten rápidamente en datos que la niña grita por la ventana para jugarlos a “La Granjita”, la lotería online que se juega sobre un tablero digital de animales que hacen las veces de números. Todos los chamos de la cuadra le apuestan a diario. Como un avatar de la autoconstrucción y la incertidumbre, aquel corral de pichones ludópatas pasan por la bodega improvisada del inspector Acevedo para anotarse un animalito cada vez que les llega una moneda.

Si algo sabe el inspector, devoto de Santa Bárbara, es que lo que está al margen de la ley se paga en efectivo, porque la ausencia de los billetes es el otro bussines: se venden al doble de su propia denominación. Cuando decidió abrir la bodega, lo hizo con la comida y los productos que iban quedando después de cada decomiso; ahora la mantiene con lo que puede transar entre la policía y la Guardiavi, quienes a su vez transan con los empresarios, proveedores y bachaquerosvii para revender y distribuir a un sobreprecio 10.000 veces superior. Por lo general, la venta de víveres —incluso de un refresco de botella o una galleta— se abona con antelación a través de una transferencia bancaria a la cuenta del bodeguero, que corrobora el pago al retirar el pedido mediante una captura de pantalla o a través de una imagen enviada por WhatsApp.

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El Gordo Alex, cada vez más gordo, hace menos de un año tuvo una revelación, un “emprendimiento”: terminar de cagarse en el resto de los vecinos. Sus pretensiones se patentaron en “El Club de los Pobres”, como llamó a su bodega, la más apertrechada de la zona. La construyó en un intersticio de unos quince metros cuadrados que dan a la calle principal, lo que la vuelve no solo un punto de referencia sino la más concurrida.

Al principio pensó en cobrar una especie de membresía para dar descuento a los “socios”, pero las buenas intenciones no pasaron de ser una oferta engañosa. En ese pequeño espacio vende desde fregaderos fulgurantes, que cuelgan como jamones de tasca española, hasta condones que te hacen preguntar si embarazarse sale más barato que comprarlos.

Al principio, cuando la gente se fue arrimando, montando campamentos, invadiendo los terrenos, buscando una solución habitacional, el Gordo se cargó la plata y la esperanza de más de uno, ofreciendo casas que no se construyeron. Ahora descubrió una fórmula como empleador que rápidamente copiaron otros bodegueros: contratar a los carajitos enviciados con la lotería online para atender la bodega. En la reja por donde se despacha, cuelga un aviso escrito a mano en cartulina anaranjada fosforescente (el color que ningún marginal como uno pasaría desapercibido).

Dice: “La envidia mata. Hoy no se fía, mañana tampoco”.

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Danuvys es una mulata llanera, aindiada, con un alisado asiático que le roza las nalgas —y la libido a cualquiera. Arrastra decepciones acumuladas como arrastró materias desde que desertó del liceo, aunque en materia de fe le fue siempre mejor. Primero fue santera pero después se le ocurrió que la paleríaviii —la religión de los malandras serios— le traería resultados más rápidos y por eso el año pasado comenzó a comunicarse por línea privada con los muertos.

Su corazón, como su gran culo, se debate entre el amor malandro y el amor policía; en 2017 decidió particionarlos y por primera vez mantener dos relaciones simultáneas. Con el malandro, que le paga el alquiler, representa sus fantasías de “Rosita”, la muñeca de la mafiaix; el policía, 23 años mayor, le trae la comida por sacos. De niña vivió con su madre y sus hermanos en la última calle del sector 2; gracias a sus “aspiraciones” hoy vive sola siete cuadras más arriba.

En la ventana del cuarto donde tiene el altar de Palo Mayombex montó su bodega y desde allí vende lo que le llega: arroz, granos, aceite y cripixi. Cada mañana revisa el precio del dólar paralelo antes de encomendarse a quien llama “La Rusa”; de ella saca la fuerza para frentear los coñazos de la vida y los que le propinan sus parejas. Es que, como todos, Danuvys sabe que la inflación baila al son del paralelo: en los dos primeros meses del año el dólar duplicó su valor y sobre este operador foráneo atina el precio de sus productos.

El valor del dólar paralelo es el artífice más eficiente de la guerra contra la estabilidad económica y emocional de un pueblo que resiste los embates del hambre y la crisis normalizada como parte de la vida nacional. El año nuevo llegó, otra vez, con un abrazo asfixiante. Las sanciones del Departamento del Tesoro de los EEUU al sistema financiero venezolano terminaron de nebulizar la liquidez del efectivo en circulación. Los bodegueros son solo el último eslabón en esta sucesión perversa de acciones difusas de guerra no convencional.

Reuters/Marco Bello

Hay, todavía, quienes resisten como pueden a la especulación. Como por ejemplo los panaderos comunitarios, que intentan precios justos sin desmejorar la calidad de sus productos. Las ganancias son mínimas: programan horarios de venta y dos horas antes de que empiecen a hornear ya se arma la cola de gente frente a sus panaderías.

Los que pagan en efectivo tienen el privilegio de no esperar. Donde antes se pesaba el pan, ahora se pesan los billetes: 100 billetes, independientemente de su denominación, pesan 110 gramos. Así, seis fajos de 100 bolívares y dos fajos de 50 bolívares equivalen a seis canillasxii, que alcanzarán para la cena y el desayuno de mañana.

La lluvia ya llegó a Villa del Pilar y ahora la cola se mueve con una lentitud insoportablemente encharcada. De repente, una conversación queda interrumpida en esta frase:

—Hasta dónde hemos llegado.

Los que sabemos que la dignidad es otra cosa, más que un tarugo de pan, alzamos los ojos: por un segundo nos buscamos, nos encontramos, nos reconocemos. Y entonces seguimos masticando la espera sin decir palabra.

*

i Baldes.
ii Palanganas.
iii Uno de los 23 estados venezolanos.
iv Pequeña huerta.
v Pequeña carga explosiva que activa una carga mayor.
vi La Guardia Nacional Bolivariana, uno de los cuatro componentes de las FFAA venezolanas.
vii Quienes compran mercaderías a precio subsidiado, generalmente alimentos o bienes de primera necesidad, para luego exportarlos o revenderlos a mayor precio en el mercado negro.
viii Religión de orígenes bantúes, que llegó al Caribe con los esclavos traídos de África Central.
ix Conocida como “Rosita”, por su personaje en una serie televisiva, Jimena Araya es una modelo y actriz que presuntamente mantuvo vínculos con varios personajes del hampa.
x Rama de la religión palera.
xi Marihuana.
xii Panes tipo flauta o baguette.

La concha no es sagrada

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Entrevistamos a Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina.

Fotografía: Ariel Vicchiarino

La puerta recibe con un cartel contundente, medio abollado y escrito a mano con marcadores rojos y negros: “Prohibido el ingreso de abolicionistas, la casa se reserva el derecho de admisión”.

Al entrar: libros, fotos, megáfonos, penes de distintas formas y tamaños; otro cartel que dice: “Queremos ser escuchadas”. A su lado, una concha de goma espuma gigante y, enfrente, la heladera llena de stickers con una foto del futbolista “Pocho” Lavezzi en cuero. La oficina central de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) se parece mucho a su secretaria general: multifacética, sexual, intelectual y apabullante.

“La explotación a la que se enfrentan las trabajadoras sexuales en relación de dependencia es la misma que hay en las fábricas. La diferencia es que en nuestro trabajo es considerado un delito”.

Son las tres de la tarde y Georgina Orellano está vestida de negro. Remera y pantalón pegados al cuerpo, labios rojos, un pañuelo blanco en el cuello y las plataformas animal print que la hacen aún más alta: es como si se llevara el mundo por delante. Orellano escatima las sonrisas pero ofrece y prepara mate. Ceba y chorrea. Con la agenda sobre el escritorio se pone al día, habla con sus compañeras presentes sobre los próximos eventos, pasa las hojas y anota actividades que ya coordinó para dentro de un mes: “Empezamos cuando quieras eh, pero quiero anotarme algo porque si no me olvido”.

La agenda está colapsada por el trabajo constante que lleva a cabo desde el sindicato. Pero también como consecuencia de la viralización del video de su intervención en el taller de trabajo sexual del 31° Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, en octubre último. “El problema de este trabajo es la parte del cuerpo con la que trabajamos”, dice Orellano en YouTube. Y agrega: “Si seguimos pensando que la concha es sagrada, compañeras, difícilmente vayamos a combatir al patriarcado”. Cierra con aplausos.

Durante 12 años el taller quedó afuera de los Encuentros de Mujeres. En 2015 la problemática volvió a estar presente, pero desde una perspectiva abolicionista; se llamó “Mujeres en Situación de Prostitución”. En abril de este año, las trabajadoras sexuales pidieron recuperar el espacio y coordinarlo ellas mismas, bajo un nombre claro: “Mujeres y Trabajo Sexual”. En septiembre fue confirmado.

Volver fue demostrar el crecimiento de la organización. Habíamos decidido abandonar esos espacios porque nuestras voces no eran representadas. Después entendimos que si nosotras no dábamos la discusión, difícilmente se podía cambiar algo. Propusimos un taller con agenda propia y llenamos seis comisiones simultáneas. Ahora había disposición para escucharnos.

¿A qué se debió este cambio?

Además de nuestro trabajo cotidiano, está relacionado con el contexto de un gobierno nacional neoliberal que genera mayor feminización y recrudecimiento de la pobreza, mayor precarización laboral. Las primeras que vamos a ser perjudicadas con esas políticas somos las mujeres. Con la resistencia que genera este gobierno nos volvemos a encontrar en las calles.

Nueve de cada diez trabajadoras sexuales tienen uno o más hijos y Georgina Orellano es parte de esa mayoría. El problema es que a muchos les cuesta imaginar a las trabajadoras sexuales en otro rol que no sea el de puta.

No somos trabajadoras sexuales todo el tiempo; como todos, trabajamos una cierta cantidad de horas. Después, cuando llegamos a nuestras casas, somos personas que piensan lo que van cocinar, dónde van a comer. Tenemos las mismas responsabilidades que el resto de las mujeres, atendemos a nuestros hijos y hacemos las cosas de la casa.

¿Y tu rol como madre?

Con mi hijo trato de ser lo más realista posible. No todo lo que leés en la revista Ser Padres Hoy cuando estás embarazada es lo que luego ocurre en la vida cotidiana. Especialmente si tenés que salir a trabajar y hacerte cargo de todo.

Los padres de Orellano son tan peronistas que se casaron un 17 de octubre. En su casa “siempre hubo conciencia de clase”, se compraban los diarios, se veían los noticieros, se hablaba de la situación del país. Pero a ella no le interesaba nada de todo aquello: eran los noventa, esos años en que “la política era una mierda”.

Después del Argentinazo, con la llegada de Néstor, comencé a tener un poco más de conciencia: su discurso me llegó, me sentí representada. Y eso le pasó a un montón de jóvenes: volvieron a la política, a la esperanza de cambiar algo desde adentro. Empezaron a ser protagonistas de las luchas sociales.

“Nos podemos pasar un día y medio discutiendo si es una elección libre o no, pero las que después volvemos a la esquina y nos encontramos defendiéndonos de la policía somos nosotras. Y ahí no viene la abolicionista Florita de Tal a ayudar”.

En aquella época, Orellano comenzó su militancia en diferentes agrupaciones políticas. Pero no encontró su lugar porque, a pesar de compartir muchas reivindicaciones, siguió escondiendo la forma en que se ganaba la vida. Sentía que iba a ser juzgada.

En las calles de Villa del Parque, el mismo barrio donde hoy sigue trabajando, conoció a algunas de las mujeres nucleadas en AMMAR. Empezó a involucrarse, a participar de las actividades. Era un lugar donde podía hablar abiertamente sin que la señalen o la miren mal. Donde escuchaba otras historias y experiencias en las que se sentía reflejada.

Me acuerdo de una compañera que decía: “Con el cliente no pienso si me gusta o si la paso bien. En ese momento estoy haciendo números en la cabeza: que tengo que pagar las cuentas, que saldo tal deuda, que me faltan dos horas más”. A veces, yo también soy una calculadora.

Las trabajadoras sexuales están atravesadas por diferentes problemáticas. No solo la precarización laboral, la falta de acceso a la vivienda y la violencia institucional que enfrentan a diario, sino también la “cruzada moral” que las lleva a pensar que cuando están en la esquina están haciendo algo mal, a ocultar su trabajo a la gente que conocen, a inventar que se dedican a otra cosa.

Entrar a AMMAR fue parte del recorrido que tuve que hacer para sacarme la culpa y entender que no todo es como nos lo hicieron creer. Entender que hay gente que nos respeta y se involucra en nuestra lucha. Y que si hay otra que nos discrimina es justamente porque no damos el gran paso de salir del clóset. Mientras sigamos en la clandestinidad, la gente va a seguir sosteniendo que somos objetos o víctimas y nunca nos van a ver como mujeres sujetas de derecho.

Desde 1995, AMMAR forma parte de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Producto de la auto organización, pelean por el reconocimiento como sindicato de derecho, y no de hecho como es actualmente. Las mujeres de AMMAR quieren ser reconocidas como trabajadoras sexuales autónomas para poder acceder a los mismos derechos que cualquier otra trabajadora.

Lo que nos pasa en la CTA, a diferencia de otros sindicatos, es que primero tenemos que romper con una barrera: el prejuicio sobre nuestro trabajo. Tenemos que generar cierta sensibilización para que el otro no nos piense como la trabajadora sexual de la esquina sino como una compañera de militancia que está luchando por los mismos derechos.

¿Con las mujeres la relación es distinta?

Esperamos la solidaridad de las mujeres pero hay una fuerte resistencia. Es lo que ha hecho el patriarcado: nos boicoteamos entre nosotras en vez de sumar fuerza para cambiar.

Desde AMMAR vienen impulsando un proyecto de ley para darle un marco regulatorio al trabajo sexual. Un proyecto que implica salir de la clandestinidad y mejorar las condiciones laborales: acceder al Monotributo y hacer los aportes jubilatorios, inscribirse a una obra social, poder habilitar un departamento para ejercer. Y que los controles sean llevados a cabo por el Ministerio de Trabajo y no por la policía.

El trabajo sexual es un tema que históricamente fue tabú y hay un montón de intereses y prejuicios morales para mantenerlo en la ilegalidad. El vacío legal para algunos es funcional. Nosotras hablamos del proyecto de ley como nuestra herramienta de lucha pero sabemos que todavía falta mucho para que se vote a favor.

Mientras tanto, ¿cuál es la estrategia?

Frente a la falta de maduración política, hay que hacer despacito todo un trabajo de incidencia, de sensibilización, de generar alianzas con otros actores para que, llegado el momento, estemos acompañadas. Entendemos que hay que dar una gran batalla cultural.

Para AMMAR el trabajo sexual ejercido por una persona adulta, de manera autónoma y con consentimiento, es diferente de la explotación sexual de mujeres y niños. Y difiere también de la trata y tráfico de personas con fines de explotación sexual.

En Argentina ha desaparecido la figura de explotación. Para el derecho penal todo es trata y todo se aborda de la misma manera: todas son víctimas. Creemos que la explotación se debe abordar desde otro lugar y con otra presencia del Estado.

¿Cómo se diferencia la explotación de la trata?

La explotación a la que se enfrentan las trabajadoras sexuales en relación de dependencia es la misma que hay en las fábricas. La diferencia es que en nuestro trabajo es considerado un delito. Pero las compañeras que están siendo explotadas o trabajan en relación de dependencia no son víctimas de trata: son mujeres trabajadoras sexuales con malas condiciones de trabajo.

“…quien dice que nuestro trabajo no es digno cae en una trampa del discurso que nos han enseñado: que los trabajadores deben sentirse dignos por el trabajo que están haciendo”.

¿Por qué el Estado no percibe la diferencia?

El Estado, desde una visión paternalista, quiere imponerse y controlar el uso de nuestros propios cuerpos. No nos protege; todo lo contrario: nos persigue y genera cada vez más políticas de criminalización y mayor vulneración de derechos. Por eso las compañeras buscan protección y ahí es donde aparece la tercera parte, los intermediarios.

¿Cuál es el rol de los intermediarios?

Frente a la ausencia del Estado, protegen a la trabajadora sexual. En vez de trabajar en una esquina y tener que exponerse y lidiar todos los días con la policía, una trabajadora sexual prefiere trabajar ocho horas diarias para un tercero que se queda con un porcentaje de las ganancias. Es lo mismo que pasa en la fábrica, donde la patronal se queda con la plusvalía.

¿Qué pasa con las trabajadoras cuando se persigue a los intermediarios?

Hay lugares, donde las chicas son explotadas laboralmente, que se allanan y se cierran. Eso es un error grave porque no solo dejás sin trabajo a las compañeras sino que también las exponés a una vulneración de derechos más grande.

¿Por qué?

Algunas trabajan en un lugar donde se sienten cómodas: se quedan con el 50%, se les permite faltar si están enfermas y no se lo descuentan. Si ese lugar se cierra quizás terminan trabajando en otros lugares donde les cobran multa si llegan tarde, les descuentan los preservativos y los volantes, y les sacan el 60% o 70% de lo que ganan.

¿De qué manera se podrían evitar las terceras partes?

La cooperativa de trabajadoras es una figura posible, siempre y cuando el trabajo sexual esté regulado. Porque si no al poco tiempo empiezan los problemas: con la policía que pide coima, con los vecinos, con la administración del lugar que se entera y denuncia a las chicas, con algunos porteros que también se quieren quedar con una parte y piden plata por cada cliente que dejan pasar.

Aparecen muchas “terceras partes”.

Claro. Hay compañeras que decidieron desprenderse de los intermediarios. Y después cuentan: “Era mucho mejor trabajar para un dueño, porque él se encargaba de todos estos enfrentamientos. Nosotras solamente cumplíamos ocho horas y nos llevábamos el dinero a casa”.

En Argentina, a la hora de discutir sobre prostitución, es mayoritaria la postura abolicionista: son quienes creen que bajo ningún concepto puede ser considerada trabajo y no admiten que un porcentaje de mujeres pueda ejercerla desde la libertad individual. Por eso exigen al Estado que desarrolle políticas claras para su erradicación y ofrezca alternativas laborales. Orellano cree que esa discusión es contraproducente para el movimiento:

Nos podemos pasar un día y medio discutiendo si es una elección libre o no, pero las que después volvemos a la esquina y nos encontramos defendiéndonos de la policía somos nosotras. Y ahí no viene la abolicionista Florita de Tal a ayudar; ahí nos tenemos que defender entre nosotras.

La secretaria general de AMMAR opina que la lucha por la creación de alternativas laborales para quienes quieran dejar de ejercer no es incompatible con la lucha por el regulacionismo, porque ambas reúnen a mujeres atravesadas por situaciones similares: precariedad laboral, violencia, falta de acceso a la vivienda, a la salud y a la educación.

Lo que cambia es cómo se percibe una y cómo se percibe la otra, pero las problemáticas son las mismas. El planteamiento de la ley del trabajo sexual no les quita el derecho a quienes quieran una alternativa al mismo. Quien quiera una alternativa que la tenga, pero quien prefiera seguir ejerciendo que esté amparada en un marco regulatorio y pueda acceder a derechos laborales.

“Una podía acompañar el modelo y sentirse reflejada en un montón de políticas que se llevaron adelante, pero para nuestro sector el gobierno de Cristina fue el que más políticas prohibicionistas desplegó”.

¿Podríamos decir entonces que el trabajo sexual es un trabajo más?

Ningún trabajo es igual a otro. Ser empleada administrativa no es lo mismo que ser empleada doméstica. Son contextos diferentes con problemáticas diferentes y justamente el Estado debe abordarlos con una perspectiva diferenciada. El Estado tiene que reforzar su presencia donde se sufre mayor vulneración y generar más políticas de inclusión con esa trabajadora.

¿Qué pensás cuando te dicen que tu trabajo no es “digno”?

Pienso que quien lo dice cae en una trampa del discurso que nos han enseñado: que los trabajadores deben sentirse dignos por el trabajo que están haciendo. Pero el trabajo no hace a la dignidad de las personas: hay gente de mierda ejerciendo trabajos considerados dignos, decentes. Si seguimos repitiendo esos discursos, terminan ganando los empresarios.

En los últimos años, ¿hubo políticas concretas que favorecieran a las trabajadoras sexuales?

El Estado argentino generó políticas de inclusión para que las mujeres que decidiesen salir del trabajo sexual pudieran hacerlo. El año pasado, por ejemplo, el Ministerio de Trabajo llevó a cabo capacitaciones laborales en oficios. Pero resulta ser que las mismas que festejaron la iniciativa, se anotaron e hicieron el curso, después volvieron a la esquina.

¿Por qué volvieron?

Por el dinero que se gana con el trabajo sexual. No es comparable a otros trabajos. De eso no se habla, justamente porque hay un montón de trabajos destinados a la mujer que están muy mal pagos. El trabajo sexual, aún con todo su estigma, sigue siendo más redituable.

Parte de los sindicatos y de la clase trabajadora se identificó con el kirchnerismo. ¿Cómo fue en el caso de AMMAR?

Una podía acompañar el modelo y sentirse reflejada en un montón de políticas que se llevaron adelante, pero para nuestro sector el gobierno de Cristina fue el que más políticas prohibicionistas desplegó. Cada vez que escuchábamos una ley que estaba en contra nuestro decíamos: “Somos parte de la clase trabajadora, acompañamos este modelo, pero aun así nos criminaliza”.

“Tenemos un gobierno con una mirada que es totalmente conservadora con todo lo que sea diversidad. La policía, con el amparo de la actual ministra de Seguridad, tiene un montón de recursos para detenernos arbitrariamente y generar aún más violencia”.

Una contradicción profunda.

Sí, porque frente a una medida prohibicionista éramos las primeras en salir a criticar. Había compañeros que no entendían eso. Pero acá estamos en un sindicato y los trabajadores no se tienen que quedar callados. Los gobiernos pasan y la que se queda defendiendo los derechos es la clase trabajadora.

¿Hubo cambios con la llegada de Cambiemos al poder?

Ahora estamos sujetas a políticas de mayor represión. Tenemos un gobierno con una mirada que es totalmente conservadora con todo lo que sea diversidad. La policía, con el amparo de la actual ministra de Seguridad, tiene un montón de recursos para detenernos arbitrariamente y generar aún más violencia.

Según un estudio de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), de la que forma parte AMMAR, el 75% de las trabajadoras sexuales sufre violencia en su ámbito laboral, una violencia que es ejercida principalmente (83%) por las fuerzas de seguridad. Ocho de cada diez mujeres no la denuncian por temor a represalias, discriminación y por desconfianza en las autoridades.

¿De qué formas se manifiesta el incremento de la violencia sobre ustedes?

Hasta el momento nos habían hecho actas contravencionales. Pero ahora hay compañeras que tienen que pagar la penalidad con horas de trabajo comunitario. Además, el gobierno actual dispuso otras figuras: si te paran y no tenés DNI, te pueden llevar hasta diez horas detenida por averiguación de antecedentes. Eso antes no sucedía.

¿El kirchnerismo también tuvo su cuota de responsabilidad en esta violencia?

Hay todo un aparato represivo con un montón de dispositivos punitivos que dejó el gobierno anterior. La única medida prohibicionista del macrismo fue, hasta ahora, la prohibición de los cabaret-disquerías en la Ciudad de Buenos Aires. Lo nuevo es que el Frente para la Victoria votó en contra. ¡Cómo cambia el cronograma político! Ahora, del lado de la resistencia se encuentran con las putas y se dan cuenta que son compañeras. Las mismas compañeras a las que, cuando estaban en el poder, les lanzaron todo el derecho penal encima.

El juego de la palabra y la muerte

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El compromiso literario de Federico Baggini es un juego que conviene tomarse muy en serio. Bienvenidos a su obra, atrás quedan asientos.

Inercia

Comprender al que no puede escindirse,
al parche que intenta la agonía,
al que casi no alcanza a sobrar demasiado,
al mero hecho sin sentido,
a la complicidad del follaje,
a la vergüenza que hace falta,
a lo fingido entre las sombras,
a la pared descascarada de la indecencia,
al prototipo de cada tipo.

Salvaguardar la noción que se adelanta al detrimento,
las calles de piedra,
las piernas de tierra,
las arterias y las puñaladas,
lo demandado, los apremiantes,
el reverdecer de las crisálidas,
la retina de la rutina,
el aguacero de enjuagar lo desplazado,
esa repetición indefinida llamada cotidianeidad.

Trenzar la arboleda boca abajo,
el bocadillo de aire, la bocanada de nada,
la alimaña incansable y prorrogada,
al frágil deshabito,
el mareo de los lunares,
la preocupación desocupada,
el enjambre que se aboca al papeleo,
la sal del sol,
la salmuera, el salitre y el salitre.

Componer la providencia,
anteponer la desobediencia,
contraponer el arquetipo,
deponer la apnea de los rincones,
descomponer el anonimato,
disponer las antípodas,
reponer el desacato,
imponer el afuera,
interponer la proclama,

disponer lo que no alcanza,
posponer lo ingrato.

Asimismo,
Ensimismar el mediodía,
el agridulce beneplácito,
la bienaventurada bienvenida,
el cabizbajo buscavidas,
el boquiabierto caradura,
el espantapájaros que acariciapajaros,
el lanzallamas de hojalata,
el malhumor de la madreselva,
el hazmerreír de quienquiera,

Asimismo,
Malpensar el menospreciar,
el pasatiempo de un portarretrato,
el puntapié del quehacer,
el trabalenguas del cascarrabias,
el salvoconducto del santiamén,
el sinfín del sinsabor,
la telaraña de la sobremesa,
el traspié del vaivén,
un anteayer cualquiera.

Folcsonomía obligada

La poesía
no alimenta,
no abriga,
no construye casas,
no cava acequias,
no limpia las calles
ni paga impuestos:
no le debe nada a nadie.

La poesía
no se levanta de madrugada
no saca a pasear lo domestico
no desnutre a las niñas,
ni a los niños
no mezcla una de cal
con una de arena
ni duerme a la intemperie.

La poesía
no corta el pasto,
no recoge la basura
no lava la ropa
no lava los dientes
no duerme la siesta
no reprime con balas de goma
ni se queda cruzada de brazos.

La poesía
no rechina en los abuelos
no tiene hijos
tal vez algún que otro nieto
no levanta la mano
no se adelanta en las filas
no se cuela en los huesos
ni se pregunta por sus privilegios.

La poesía
no tira la cadena
no baldea la vereda
no se pregunta por la humedad
no se dobla el tobillo
no toma té con jengibre
no estornuda las pelusas
ni se resfría.

La poesía
no esquiva la mirada del ciego
no emula el silencio del mudo
no deambula la tonalidad de los sordos
no se esparce entre la piel
no se huele a si misma
ni se masturba en los rincones
o eso dice.

La poesía
no acepta
no acepta embargos
no acepta propinas
no acepta sobornos
no acepta intimaciones
no trata
ni se trata a si misma.

La poesía
no inventa el fuego
no es humana
no acomete
no escoge
no pertenece a las reverencias
no sube las rampas para discapacitados
ni se entromete en las manzanas.

La poesía
no da clases,
no siembra
ni cosecha,
no extrae el carbón,
no maneja los colectivos,
no prepara el equipaje
no abarata costos.

La poesía
no alfabetiza
no atiende los feriados
no se inunda
no saca sangre
no se sangra
no se desangra
ni entrega resultados.

La poesía
no asfalta ni se asfalta
no eyacula
no se pasea por los fueros
no coloca prótesis
no discierne entre los diabéticos
y los hipertensos
ni toma la presión.

La poesía
no ensambla
los trenes,
los aviones,
la música
los huesos
los tejidos
la ternura
los ruegos.

La poesía
no caliente el agua para el mate
no le sirve el café a los jefes
no cambia la garrafa cuando se acaba
no tira un poquito de lavandina por si acaso
no se toma vacaciones
no se pide días de estudio
ni sospecha de si misma.

La poesía
no se tuerce ante el desvió
ni se acuesta frente al sol
no sobrevalora el coeficiente
ni entra corriendo al mar
no se inclina ante los caos
no se subordina al roce,
ni se arrepiente del alma.

La poesía
dilapida
murmura
prorroga
llueve
se llueve
y moja
se moja.

La poesía
no se redime
no se resucita
no se reseca
no se condensa
no se espera
no entierra flores
solo se las ingenia para ser eterna.

A los oídos de quien suscriba

Heme quien teme.

Un antes distante.
Cuando la primera era.
Como la vida ida.
Entonces dura la mordedura.
Y me acoso impiadoso.

El revuelo del vuelo.
Cuando convence el que vence.
Como demanda el que anda.
Entonces el ir del porvenir.
Y los ecos secos.

Un antes errante.
Cuando el arte de la parte.
Como sigue el que consigue.
Entonces mira el que admira.
Y convenga el que venga.

El pedir sin impedir.
Cuando se fragua el agua.
Como el insolente valiente.
Entonces arde el cobarde.
Y el sagrado agrado.
El prestado estado.
Cuando se entierra la tierra.
Como se posa la mariposa.
Entonces acata el que ata.
Y el consuelo del suelo.

El que tira y se retira.
Cuando la vana caravana.
Como crecen las creces.
Entonces la condición de la intuición.
Y el desvestir del latir.

En pocas palabras: Buenos Aires

De mi Argentina, Buenos Aires es falsa: El Centro queda a un costado, Villa Real no existe y a Retiro sólo llegan. Villa Devoto esta plagada de herejes y en La Paternal abundan Madres. El Abasto no da a vasto y Constitución esta desconstituida, nadie la respeta. Caballito no permite animales, mientras que Flores rebosa de hedores nauseabundos. En Mataderos nacen; a Puerto Madero arriban peces de metal y La Boca se desboca en colores porque ya casi no quedan odontólogos. En Monte Castro no viven hombres, en Villa del Parque no hay plazas y en Colegiales rara vez se dictan clases. Nueva Pompeya es la epopeya más añeja, Floresta se deshoja cada primavera y Barrio Norte se recuesta a la derecha (tiene miedo de caerse). Así de falsa es nuestra Buenos Aires.

Malvinas, un ratito

Un ratito luego de crecer la edad del pavo,
de crecer en las piernas,
de crecer en las manos,
de crecer en los labios,
de crecer en la caricia,
de crecer en el sinsentido,
de crecer en la tierra o el asfalto,
de crecer en la voz,
de crecer en el verbo
Un ratito luego decreces…

Un ratito luego de crecer en el fuego,
de crecer en el frío,
de crecer en el grito,
de crecer en la llovizna,
de crecer en los estruendo,
de crecer en el recuerdo,
de crecer en la deriva,
de crecer en la lagrima,
de crecer en la muerte,
Un ratito luego de crecer por crecer…

Un ratito luego de crecer la apariencia,
de crecer la pantomima,
de crecer la ausencia,
de crecer la verdad,
de crecer la desesperanza,
de crecer el cuerpo, los cuerpos,
de crecer el olvido,
de crecer la tierra,
Un ratito luego de crecer la sangre…

Un ratito luego de crecer el tiempo,
Se suceden aquellos que no sabían soñar, y durmieron.
Que no sabían cavar, y enterraron.
Que no sabían hablar, y obedecieron.
Que no sabían caminar, y corrieron.
Que no sabían disparar, y mataron.
Que no pudieron amar, y murieron.
Se sucede aquello que llaman guerra del pueblo,
aquello en donde pelean los menos, los nuevos.
Un ratito luego de crecer, se suceden los despedazados, los desamparados, los muertos.

BIOGRAFIA

Federico Luis Baggini, argentino, nacido en 1987. Narrador y poeta.

En 2012 publicó su primer libro titulado “Acariciapajaros y otros cuentos”, editado de manera autogestiva y sin marca editorial, En 2016 presentó su segundo y tercer libro: “Repeticiones, reiteraciones” y “Agonías”, publicados también de forma independiente.

La falacia de la navidad pacífica

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Antes de discutir el 24 a la noche, sería bueno que leyeras este artículo; para discutir mejor y recibir al niñito Jesús como se debe.

¿Cuántas veces perdimos un debate enredándonos con las palabras? Nos pasa a casi todos. Alguien nos “da vuelta” un planteo que habíamos expresado con total seguridad; un diálogo amable se convierte en pugna, aunque hayamos tratado de evitar el conflicto; una discusión “imposible” se desmorona. Las palabras, a veces, tienen la extraña costumbre de soltarles la mano a las ideas sin que nos demos cuenta.

Cuando no se puede recurrir al volantazo de emergencia, unos cierran la charla con “así no se puede hablar” y otros con un portazo. En el mejor de los casos, el tema queda postergado para cuando “estemos con más onda”. Y cuando hay onda de sobra, si no se pone suficiente atención, aquella fuerza aparece con su guadaña de nuevo y ambos terminan echándole la culpa al ego o a lo “demente” que es el otro. Pero ni la omnipresente instancia del yo freudiano ni el estado de las facultades mentales del interlocutor son responsables directos: hay un ejército invisible de mecanismos que trabaja para que esto ocurra.

«SE PUEDE CONSTRUIR UN RAZONAMIENTO VÁLIDO A PARTIR DE PREMISAS FALSAS Y LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN VÁLIDA PERO NO NECESARIAMENTE VERDADERA».

Uno de los episodios de The Twilight Zone (La Dimensión Desconocida, unitario de TV de los ochenta) tenía a mal traer a sus protagonistas, quienes, por accidente, despertaban una mañana en el intersticio temporal entre un minuto y el siguiente. Allí descubrían la existencia de unos extraños personajes azules que se dedicaban a modificar, reconstruir y reacomodar todas las cosas: antes de que comenzara un nuevo minuto, el mundo era recreado por completo. Estos “encargados de mantenimiento” garantizaban así la continuidad del universo. Tal como los albañiles de aquel capítulo, en cada conversación existen unos cuantos dispositivos que articulan su continuidad lógica y trabajan para ella. Son fórmulas lingüísticas que se clasifican de acuerdo con su función.

Para hablar con alguien —o para pensar un tema de forma lógica—, nos demos cuenta o no, siempre utilizamos razonamientos deductivos o “silogismos”. Estos se subdividen en tres etapas, que no siempre aparecen en el siguiente orden: premisas, inferencia y conclusión. En toda argumentación hay una secuencia finita de enunciados. La “conclusión de la deducción” suele ser el último, mientras que todos los otros son axiomas, premisas, o inferencias directas que provienen de enunciados previos.

Antes de explicarlo con un ejemplo, dos aclaraciones:

  • No analizaremos aquí las motivaciones psicológicas de los hablantes sino las fórmulas subyacentes a una comunicación de lógica simple. Es decir, la que la mayoría de nosotros usa todos los días.

  • Ni la lógica que conocemos es una ley absoluta que gobierna el universo, ni el razonamiento lógico es un conjunto de reglas que gobierna el comportamiento humano.

Tomamos entonces una frase simple que fue escrita más arriba: “Así no se puede hablar”. Bien podría ser ese el final de una conversación en la que dos personas discuten por dinero: ante una negociación comercial que resultó fallida, uno trató al otro de “ladrón”. El aludido, a partir de esto, decide dar por terminada la charla argumentando, con una inferencia deductiva válida, que la agresividad imposibilita una solución por medio de la comunicación.

Ambos formularon proposiciones que completan conjuntos de hipótesis esenciales o silogismos deductivos. La premisa “Así no se puede hablar” es válida, pero no necesariamente verdadera: su veracidad dependerá del convenio tácito acerca de lo que ellos consideran determinante para continuar o no con la discusión. De la misma manera, la veracidad de la premisa “ladrón” depende de si hubo o no un robo.

“Muy a menudo una afirmación luce como un razonamiento pero en realidad asume el mismo resultado que debería estar probando: un razonamiento no es lo mismo que una explicación”.

El ejemplo demuestra que se puede construir un razonamiento válido a partir de premisas falsas y llegar a una conclusión válida pero no necesariamente verdadera. También se puede construir un razonamiento válido a partir de premisas verdaderas y llegar a una conclusión falsa, o comenzar con premisas falsas, proceder por medio de una inferencia válida y alcanzar una conclusión verdadera. Pero hay una cosa que no se puede hacer: comenzar con premisas verdaderas, proceder vía inferencia deductiva válida y llegar a una conclusión falsa. Para graficar esto hay algo que se llama Tabla de Verdad y se puede googlear.

Muy a menudo una afirmación luce como un razonamiento pero en realidad asume el mismo resultado que debería estar probando: un razonamiento no es lo mismo que una explicación. Supongamos que se intenta probar que Einstein creía en Dios, diciendo: «Einstein hizo su famosa afirmación ‘Dios no juega a los dados’ porque creía en Dios». Esto parece un razonamiento correcto, pero no lo es. Es una explicación (válida y falsa) de la afirmación de Einstein; no podemos concluir con estos datos que el físico relativista efectivamente creía en Dios.

La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio. Vaticano.

En el universo de la lingüística, los hombrecitos azules reacomodan a cada rato los ladrillos del edificio de la conversación y demasiadas veces ejecutan demoliciones controladas para imponer por la fuerza sus diseños. Estos ladrillos o “defectos técnicos” que impiden la construcción de un razonamiento deductivo que avance hacia una conclusión válida y verdadera son conocidos como falacias.

Las falacias son los recursos que más abundan en una conversación y forman un listado fascinante.

Algunas de las más usadas: la del Pez Rojo, cuando se introduce material irrelevante al asunto para distraer la atención hacia una conclusión diferente; Argumento ad consequentiam, cuando se afirma que algo es correcto o bueno simplemente porque es antiguo o porque «siempre ha sido así» (es lo opuesto a Argumentum ad novitatem, cuando se plantea que una idea es correcta porque es más moderna que otra); la falacia del hombre de paja, cuando se caricaturiza al oponente tergiversando, exagerando o cambiando el significado de las palabras que este utiliza para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico y desacreditarle; la de falsa precisión, cuando se presentan dos puntos de vista como los únicos posibles y se dejan de lado otras alternativas de forma deliberada; la de Plurium Interrogationum, cuando se exige una respuesta simple (o simplista) a una cuestión compleja.

“LAS FALACIAS SON LOS RECURSOS QUE MÁS ABUNDAN EN UNA CONVERSACIÓN Y FORMAN UN LISTADO FASCINANTE”.

Hay muchas otras más: todas se relacionan con los principios lógicos de Aristóteles, pero incurriríamos en una nueva falacia si dijéramos que fue el pensador griego quien enredó la madeja, cuando es justamente la lógica por él descripta nuestro principal instrumento de navegación para orientarnos en los mares del razonamiento. Novedosa para la filosofía de su tiempo, la lógica aristotélica hoy forma parte esencial del famoso “sentido común” incluso hasta en China, donde el taoísmo ─que acepta la contradicción─ incluye a las escuelas del pensamiento occidental.

Quienes dominan las reglas del lenguaje pueden edificar ideologías enteras basadas en una sucesión encadenada de premisas falsas perfectamente lógicas y así manipular la opinión de los demás. Claro está que el arte de la retórica no sólo se emplea para llegar, por ejemplo, a una verdad orientada al bien común, sino también para tener éxito en las discusiones o discursos de cualquier naturaleza ética y estética.

Es imposible que siempre haya coincidencia entre el valor lógico de lo que se dice y el efecto psicológico que se produce, pero no es necesario conocer la mayéutica o método socrático para desactivar los mecanismos discursivos dañinos. Con solo detenerse un momento para revisar los aspectos que se dan por sentado al charlar cualquier tema, el plano de discusión cambia. Así, las conversaciones se vuelven más provechosas y las divergencias menos frustrantes.

Karl Popper, autor anónimo.

Muchos la tienen bastante clara en estos juegos de lenguaje y lógica, y basan en ellos su trabajo. Los Monty Phyton, Les Luthiers, Capusotto, por ejemplo. Los encargados de la dirigencia de un país, también: el arte de la política muchas veces termina siendo el arte de confundir con palabras. Los reconocidos epistemólogos Karl Popper y Paul Feyerabend dedicaron su vida a la lógica y expusieron a la comunidad científica propuestas revolucionarias de razonamiento. Hay quienes, en cambio, no dominan las técnicas en cuestión, pero igual se esfuerzan por hacerlo, como los grandes medios de comunicación cuando recombinan y rebautizan términos hasta la esquizofrenia, imponiendo modas como la “posverdad” y otros neologismos del estilo. Nadie queda fuera de las trampas lógicas del lenguaje: aserciones pueriles como “Ya es millonario, no va a robar” están a la orden del día en las democracias —y en los votantes— del mundo entero, y todos nosotros, de hecho, hemos prolongado en vano una pelea verbal tras haber perdido de vista el tema central del debate.

“QUIENES DOMINAN LAS REGLAS DEL LENGUAJE PUEDEN EDIFICAR IDEOLOGÍAS ENTERAS BASADAS EN UNA SUCESIÓN ENCADENADA DE PREMISAS FALSAS PERFECTAMENTE LÓGICAS Y ASÍ MANIPULAR LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS”.

Nuestra lengua brinda inmensas posibilidades. Quizá sea hora de probar que el conocimiento humano efectivamente está en crecimiento; para eso necesitaremos siempre el intercambio de ideas. Puede darse de forma rica y veloz si entendemos de qué estamos hablando. Incluso cuando el tema requiera tratar clasificaciones imprecisas, mal llamadas “grises”: algo válido no implica que sea veraz, y una idea completamente nueva puede buscarse en el punto medio entre dos opiniones extremas ya admitidas, sin por esto caer en la trampa de “tu opinión vale tanto como la mía”.

Unas décadas antes de que nos toque transitar la mal bautizada era de la comunicación, Ludwig Wittgenstein dijo: “Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo”. Aprendiendo las reglas de este fascinante juego podemos trascender esa frontera. Para eso, de vez en cuando, hay que hacer silencio, prestar atención y detenerse un segundo: sumergirse entonces en los intersticios del lenguaje y, como los hombrecitos azules, reconstruir por completo el mundo en la dimensión desconocida.

ASTARITA: «El arte tiene el compromiso de crear ilusión»

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Artista plástico, músico y cervecero artesanal, Gustavo Astarita es uno de los referentes míticos de la cultura platense. Cocó Muro lo entrevistó para Ultimoround.

Fotografías: Manuel Cascallar

Entre Virus y Él Mató hubo otras bandas en La Plata. Entre Los Redonditos de Ricota, Peligrosos Gorriones y Estelares, también. Más alineado con el rock de la también platense Cofradía de la Flor Solar, en el ‘89 Gustavo Astarita —músico, artista plástico, docente, cervecero— tomó el nombre del primer tema del primer disco de Frank Zappa y armó la suya: Mister America.

Astarita dice sentir orgullo por el nuevo rock, porque es lo que él soñó que sucediera en La Plata, cuando desde adolescente estuvo sembrando, labrando y abonando suelo platense para que eso pasara. Ahora él quisiera saber a dónde va esta nueva movida, si se llegan a crear obras e historias en el camino hasta combatir “la anestesia del aburrimiento”, o se estanca en el mero entretenimiento.

“No me considero un maestro cervecero, sino un artista plástico que hace cerveza”.

A Astarita le interesa la escena. La que genera signos culturales y la que presenta una banda cuando toca en vivo.

En 71 y 18, frente a la Estación Provincial y a metros del restaurant de Edgardo, Gustavo fundó la cervecería Hermanos & Brothers (el nombre funciona como continuación de la que fue otra de sus bandas, Amigos & Friends) y hasta hace unos años fue el Presidente de la Asociación de Cerveceros Artesanales Platenses (ACAP). “Lo que hicimos fue inventar la fiesta de la cerveza hace ocho años acá, que no había nada. Nuestra misión era crear en La Plata un polo cervecero”, cuenta. “Siempre lo vi como si fuera rock, como si fuera arte. Lo vivo como si fuera una materia plástica, no me considero un maestro cervecero, sino un artista plástico que hace cerveza”.

¿Y un músico que hace cerveza?

También. Nuestro slogan es ‘Hacemos canciones líquidas’. Lo que me incentivó fue que es algo espirituoso, y que encima no está prohibido. Siento que cuando beben la cerveza que hacemos, me beben a mí. Una vez salían unas señoras del bar que teníamos en 39 y me dicen:

– Ay, venimos de verte, qué bueno que estuvo el show, nos encantó.
– Les entré por los ojos, por los oídos y con la cerveza, también por la boca.

* * *

Durante los ‘90, la Capital Federal representaba para Astarita la masividad y el mercado del entretenimiento, mientras que La Plata (la capital de la provincia de Buenos Aires) era el hábitat familiar que preservaba y protegía a la obra y al artista. El primer tema de su disco Rebelde (2004) es una sinfonía de chicharras platenses y es fácil imaginarlas en alguna de esas calles repletas de tilos. La canción se llama “Siesta”. La Plata es el correlato de su relato.

En “La Plata, ciudad inventada”, el libro que compiló y editó la periodista Celina Artigas (editorial Primer Párrafo, 2010), Astarita escribió: «Los ‘90 comenzaron con el dichoso color de una fruta que madura (…) En estos tiempos empezaban a multiplicarse los grupos musicales producto de la entrada en juego de una nueva generación, la de los nacidos en los ‘70 (…) Junto a ellos no sólo empezaban a aparecer espontáneamente lugares para tocar, sino que llegaban los primeros indicios tecnológicos que permitirían al músico aspirar a una independencia del monopolio discográfico concentrado hasta ese momento en la ciudad de Buenos Aires. Este fue el germen del sueño apoteótico, la realización —edición— en forma independiente al mercado, y eso permitía privilegiar el concepto, la búsqueda de la obra de arte que permaneciera incorrupta en el tiempo y ajena a lo superficial, al entretenimiento».

En ese texto, Astarita trató de contar cómo había sido su adolescencia en La Plata y lo escribió pensando en Sergio Pángaro y también en Francisco Bochatón, primer baterista de Mister América. “Pensaba en todos lo que tuve como par y que admiré; pensaba en el camino que elegí y lo que esperaba de otros, que cada cual hizo lo suyo: yo esperaba la unión de todos para demostrar que éramos un movimiento de platenses”.

¿No sentís que sucedió eso? ¿La Plata no es un poco la Manchester argentina?

Sucedió, y tuvo sus momentos, pero lamentablemente el ciudadano medio platense, el que vota… es muy berreta. Burgueses somos todos pero La Plata realmente nunca supo elegir gobernantes que acompañaran. Nunca pudo elegir Medicis.

El renacentista Príncipe de Macchiavello se pregunta si es preferible que lo amen o que le teman; el principado de La Plata es un feudo protegido por una muralla verde.

En el imaginario de Astarita, Federico Moura es el príncipe pop platense. “El régimen feudal de ahora es la tecnología. Son las manos que están detrás de todo y, lamentablemente, es el camino a la destrucción del ser humano. Es matemática pura: cuanto más te alejas de la naturaleza, más te acercás a la destrucción. La tecnología es olvidarse del ser y estar pendiente del entretenimiento, porque el entretenimiento te saca del aburrimiento y cuando el ser humano se aburre, siente que se va a morir.”

Tiene que crear estrategias y ahí es donde surgen las ideas

Ni siquiera, porque ya están: los celulares, por ejemplo.

Pero vos cuando eras chico y te aburrías, ¿qué hacías?

¡Inventar todo el tiempo! ¡Claro!

En 1996 la canción “Yo no soy tu gurú”, del disco de Mister América Con el agua al cuello (su primera producción independiente editada por un sello platense) se convirtió, por fuera de la difusión de Mtv, en un himno del rock platense. Astarita no quiere ser tu gurú, pero es una especie de líder espiritual, incluso para los músicos de su banda, descontando el hecho de que sus hijos participan en sus discos. Gustavo se formó en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y Mister América es una de sus obras. A él lo mueve «la intención constante de unir el lenguaje propio de la plástica con la música, las letras y lo teatral y así crear una obra plagada de significados».

¿Qué te pasó con Virus?

Los primeros tres discos me volaron la peluca. Paralelamente encontré las bases y después del tercer disco no lo pude escuchar, lo abandoné. Me pasé a B52’s, Devo, Joy Division, todo el dark, Bauhaus y esa movida. Teníamos la suerte de tener un amigo que le mandaban por correo discos de Alemania y entonces la movida Manchester la vivimos en el mismo momento. No había conexión con la música nacional. Lo que hacían acá me parecía una gilada… Es el terrible karma de aquel que ve, como la película “El Hombre con Rayos X en los Ojos”, de Roger Corman: el tipo crea unas gotas para los ojos y empieza a ver primero a las minas abajo de la ropa, la gente desnuda, es todo fiesta. Cuando quiere ver más, se pone las gotas y empieza a ver los huesos. En un momento empieza a ver más allá y llega hasta el alma. La película termina con que se arranca los ojos: ‘He visto demasiado’, dice. El saber te aisla. El mundo y lo que te rodea cada vez tiende más a la ignorancia, al entretenimiento.

“Es matemática pura: cuanto más te alejas de la naturaleza, más te acercás a la destrucción. La tecnología es olvidarse del ser y estar pendiente del entretenimiento”.

La presentación de Virus del disco Recrudece, en el Polideportivo de La Plata en 1982, para Astarita significó una lección de elegancia y compromiso artístico. Él se considera ilusionista: ni músico ni artista. “Artista es cualquiera, en el ambiente de la cerveza es lo mismo que en el del rock. Cualquiera agarra la guitarrita, se sube al escenario y hace lo que todos quieren hacer: ‘¡Quiéranme! ¡acá estoy, mírenme!’ Pero el arte, en cambio, tiene un compromiso gigantesco y es el de crear ilusión, disolver esta realidad y armar otra en la cual vos sos el dueño, el dios, y el resto son testigos de eso. Te saca de tu mundo para proponerte otro”.

El 25 de julio de 2013, Astarita estaba haciendo un asado para festejar el cumpleaños de su hijo Marcial en su casa de José de la Quintana, en Córdoba, cuando de golpe cambió el viento y unas chispas prendieron fuego un monte cercano. “Se desató lo desconocido”, explicó Gustavo. “Eso atraviesa todas las generaciones y viene desde que existe el hombre: aquello para lo que no estás preparado”. Bajo el cargo de «Incendio doloso», padre e hijo terminaron con un dictamen de prisión preventiva que significó un mes en un calabozo de tres por seis metros.

En junio de 1965, mismo año en el que nació Astarita, a Johnny Cash le pasó algo similar: su camión se incendió y el fuego se extendió dos kilómetros hacia el Parque Nacional de Los Padres, en California. Mientras que Cash en aquel entonces fue multado por casi 600 mil dólares, a los Astarita los retuvieron de manera ilegal en una jaula en Alta Gracia, Córdoba, con otros presos que habían violado, matado y que tenían denuncias por violencia física.

El diario cordobés, La Voz del Interior, el 20 de agosto de 2013 tituló: «Imputan a ecologista por causar un incendio al hacer un asado» refiriéndose al caso de los Astarita. El texto dice: «A la hora de su descargo, el ambientalista consideró todo como una ironía del destino y que todo fue un accidente (…) Para el fiscal, si bien no causaron un incendio forestal adrede, padre e hijo actuaron con “desprecio” e “indiferencia”».

“Nos liberó Randazzo, que era el Ministro del Interior en ese entonces”, cuenta Gustavo. “Las hermanas del encargado del bar fueron con su hija a la escuela, así que la madre se contactó con él y, cuando ya no dábamos más, nos liberaron ¡con un odio! Nos decían: ‘Estos porteños… ¿por qué hay que liberarlos?’ Nosotros no somos porteños. Ese mismo día que nos largan, nos iban a mandar a Bouwer (penal de máxima seguridad en Córdoba) e íbamos a estar, por lo menos, seis meses más”.

“El arte tiene un compromiso gigantesco de crear ilusión, disolver esta realidad y armar otra en la cual vos sos el dueño, el dios, y el resto son testigos de eso. Te saca de tu mundo para proponerte otro”.

Durante esos treinta días de encierro, Astarita puso en práctica el oficio de la ilusión que viene desarrollando desde siempre con sus presentaciones en vivo, su música y sus dibujos. Era agosto, helaba en las sierras y en el mismo calabozo llegaron a contarse hasta veinte personas compartiendo frazadas y haciendo pis en botellas.

“Los compañeros me decían: ‘Viejo, ¿qué nos vas a contar hoy?’. ‘Hoy vamos a hablar del desembarco en Normandía, ¿saben lo que es?’”, con propuestas de ese tipo, Astarita hacía un show todas las noches. “Como en El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad, que el protagonista se mete en el medio de la selva por una misión y termina siendo el jefe de la tribu. La cultura, la palabra y el conocimiento tienen un poder inmenso”, afirma Gustavo.

Cuando por fin se resolvió la causa y pudieron volver a su casa en La Plata —asqueados de la tonada cordobesa—, Astarita publicó el libro Probation que es una compilación de retratos y escritos con los que llenó seis cuadernos Rivadavia en lo que duraron esos días. Probation se presentó junto a su último disco Doméstico (2015), en el marco de tres shows en la Estación Provincial, cuya entrada era el libro, y literalmente fue la Probation para terminar el juicio.

 ¿Qué significa Probation?

Es un juicio a prueba. Vos proponés un trabajo comunitario para pagar la culpa y el juzgado decide si te lo acepta. El mío fue editar el libro, que salió a través de la Fundación Holderlin de Fabián Andrade —tecladista de Mister America— y lo hice en una serie de shows en los cuales Marcial proyectaba las imágenes y yo cantaba o contaba anécdotas del encierro. Vinieron como quinientas personas. Nos tomábamos una botella de whisky por noche y me tenían que llevar después a casa. La gente lloraba y cantaba las canciones de Mister América.

El fuego tiene un poder simbólico. Es castigo, pero también purificación. Sirve para resguardarse, a la vez que destruye. No es el fuego mismo, sino lo que cada uno hace con él. Para Heráclito de Éfeso, el filósofo del devenir, el universo es fuego eterno que se enciende y se apaga conforme la medida y proporción del Logos. Arthur Rimbaud escribe en su poema Una temporada en el infierno de 1873: «Estoy escondido y no lo estoy. Es el fuego quien se reanima con su condenado».

Astarita en ese sentido apela a la génesis del rock: a la idea de que el mundo está corrupto y que se dirige hacia su propia destrucción. Sólo la ilusión podrá salvarnos, y el fuego como transformación.

El libro Probation se puede conseguir en la cervecería Hermanos and Brothers, 39 y 115, La Plata.